Ya han salido las primeras generaciones del Plan Bolonia y el mercado laboral ha puesto a prueba a los jóvenes recién graduados. ¿Qué tal ha ido? ¿Qué es mejor, tener un título de los de antes o de los de ahora? Veníamos quejándonos de lo teórica que era la enseñanza universitaria, que se desvinculaba mucho de la calle. Necesitamos titulados que presten servicio cualificado a la sociedad, no que se encierren en su despacho para hacer una investigación que como mucho leerá su director de tesis y algún lacayo más. ¿Y bajo qué condiciones? A día de hoy tiene mejores contratos laborales el personal de limpieza que las personas que están haciendo un doctorado, o que inician su vida laboral en la empresa privada. Solución: los jóvenes con carrera también podemos barrer y fregar.

El problema es que en el mundo en el que nos movemos necesitamos un máster para que el mercado laboral nos tenga en cuenta. Si solo tienes un título universitario tienes la sensación de no tener nada. Antes, la especialización corría a cargo de la propia empresa a través de un contrato en prácticas dónde te enseñaban la forma de trabajar que allí tenían. Con el paso del tiempo, ibas cogiendo experiencia y tus condiciones laborales mejoraban. Ahora te tienes que pagar un máster porque nadie va a derrochar su tiempo en enseñarte nada; y mientras más valga mejor, siendo los públicos muy poco reconocidos en la empresa privada. Hecho el máster, decides buscar trabajo, comenzar tu andadura laboral. Para ello, las empresas se aferran a contratos en prácticas con entidades universitarias y contratos basura en los que no te pagan la Seguridad Social, no tienes vacaciones y el tiempo que estés no te contabiliza para cobrar el paro. Además, las empresas quieren que produzcas como si tuvieras experiencia, y encima te hacen un chantaje para que te portes bien: «si vemos que eres bueno, luego te contraremos». De esta forman tienen a los jóvenes echando más horas de la cuenta, trabajando todo el verano para que la actividad empresarial no decaiga, haciéndole todas las vacaciones al personal fijo... Al final, escuchas: «lo sentimos, pero la empresa no va lo suficientemente bien para tener otra persona más en plantilla». No es exactamente eso. Lo que quieren las empresas es al año siguiente volver a coger convenios de prácticas y aprovecharse de la situación.

Por esto, la Universidad como organismo público ha de formar personas con valores para ser fuertes ante el mundo que se les presenta. Se habla mucho de «titulitis» de los jóvenes de hoy en día, cuando lo que hace falta es gente que piense por sí solos. Asignaturas como «ajedrez», «sociología», debates entre la comunidad universitaria, interrelación de alumnos de distintas disciplinas... Son mecanismos para corregir el hedonismo individual y el nihilismo social que presentan los jóvenes de hoy.

¿Hacia dónde va la universidad de nuestros días: a formar personas más humanas con transversalidad del conocimiento y valores sociales, o a crear hormigas más productivas en la empresa privada?

* Estudiante