Los especialistas llevan años advirtiéndolo: el incremento de la adicción al juego entre los jóvenes españoles es más que preocupante. Si hasta hace unos años el ludópata era una persona adulta, de entre 40 y 50 años, hoy la edad de los afectados por esta patología ha descendido incluso hasta la minoría de edad, por no contar el añadido, en ocasiones, de la comisión de ciertos delitos relacionados con ésta: robos, hurtos, actitudes violentas...

Entre las causas que han agravado este problema encontramos la facilidad que supone jugar a través de internet, así como la proliferación de salones de juego en las ciudades, cuyas licencias de apertura obtienen fácilmente.

A ello hay que añadir el vacío legal existente en torno a la regulación de la publicidad del juego. Si bien es cierto que existen una serie de normas de conducta, muy genéricas, que deben seguir las empresas establecidas por la Dirección General del Juego del año 2012, no menos cierto es que estas se tornan del todo insuficientes (incluso en noviembre de 2017 se preparó un borrador que, finalmente, quedó en agua de borrajas).

Mientras tanto, el sector sigue gastando millones de euros anuales en campañas de publicidad sin prácticamente límite ni control, proyectando una falsa imagen de éxito relacionado con el consumo reiterado de dichos servicios. Por último, tampoco ayuda que caras tan conocidas para el gran público como las de Rafa Nadal, José Coronado, Carlos Sobera o Vicente del Bosque, algunos ídolos de los más jóvenes, hayan prestado su imagen para publicitar dichos servicios.

La cuestión principal que se plantea es que, siendo un año de tan alta actividad electoral, ¿por qué ningún partido político enarbola la bandera de una mayor regulación del juego? No resulta muy difícil encontrar explicaciones: por un lado se trata de un lobby que mueve una cantidad ingente de dinero, estimando su impacto en la recaudación para las arcas públicas de unos 4.000 millones de euros; por no decir el quebranto que podría suponer para Loterías y Apuestas del Estado (empresa pública) someterse a la regulación que se aprobara.

En las circunstancias económicas que atraviesa España desde hace años, y dadas las tensiones existentes en las finanzas públicas para cumplir con los compromisos comunitarios adquiridos sin menoscabar el Estado del Bienestar, no resulta fácil arriesgarse a una reducción de los ingresos derivados del juego. No obstante, los partidos y dirigentes políticos deberían realizar un ejercicio de mayor responsabilidad y mirar por la salud y el futuro de todos y, en especial, de los más jóvenes.

* Abogada