El lunes 13 de mayo de 1844, doña Isabel II, por la Gracia de Dios y de la Constitución Reina de las Españas, firmó, con el impulso del Gobierno de González Bravo y el consenso de las fuerzas políticas, el decreto fundacional de este Cuerpo. La reina, a la sazón con 13 años de edad, previamente había inquirido que no comprendía muy bien «cómo unas Guardias Armadas podían estar al servicio y bajo la obediencia de los poderes civiles, y si tenía que ser así, ella les llamaría Guardias Civiles».

Hoy se han cumplido, por tanto, 175 años de aquél notable acontecimiento que supuso la creación de un Cuerpo que fue moldeado para combatir aquél desenfrenado bandolerismo que, con la insolencia de la impunidad, había nacido como un coloso y tomaba múltiples y diversas formas en los campos y ciudades; y vino para traer un avance muy rápido en las mejoras cualitativas de la calidad de vida de los españoles que, en aquél momento de la historia, vivían presos de un bandidaje inusitado, por efectos de sus guerras y disturbios, y había una imperiosa necesidad de proteger a las personas y propiedades y a sus derechos y libertades, ya que la sociedad, presa del temor y del miedo, respiraba una inseguridad total a causa de la crueldad con la que azotaban las zonas rurales y los caminos, que ellos se encargarían de hacerlos seguros, ya que eran los lugares idóneos para el asalto y la emboscada, impidiendo la comunicación y el comercio.

Se confió el mando de este Cuerpo, al considerado como su fundador, al duque de Ahumada, militar de gran prestigio, que sería el encargado de trazar las líneas organizativas e hizo para aquellos primeros reclutados una Cartilla reglamentaria, que es un «Tratado de Comportamiento»perfectamente válido para el día de hoy, que incoado como un ADN entre sus individuos, les ha servido para adaptarse a la evolución de los tiempos, y para la conversión en lo que es: «una maquinaria policial perfecta», extendida por tierra, mar, y aire, que ha hecho de ella una institución modélica en el mundo, y la más popular en toda España, ya que es un cuerpo excelso e intachable, que por su entrega, probidad, vocación de servicio y constante espíritu de mejora, goza del cariño y respeto de los ciudadanos a los que sirve.

La Guardia Civil no ha sido, nunca, una ostentación de fuerza; ha sido la paciencia, la perseverancia, la constancia --tal como la gota de agua que perfora una roca--, el desvelo y el arrojo de dos personas: «la pareja», multiplicada por todos los caminos, serranías y poblaciones a cualquier hora del día o de la noche, evolucionando de maneras diversas por toda clase de terrenos, que a través de los años transcurridos no ha modificado su estilo peculiar, profundamente arraigado en el alma de sus componentes, que saben, como les dijo su fundador en su primera alocución: «que tienen que ejercer un servicio público cercano y eficaz, con honor, honradez, abnegación, lealtad y sacrificio».

Su formación militar, espíritu benemérito y austeridad de esos hombres y mujeres, porque la Patria es de todos, que visten el honroso uniforme de este Cuerpo, les permite que nadie les haya escuchado sufrir, a pesar del alto tributo en sangre derramada que, tanto ellos como sus familiares, llevan pagado; porque muchos han visto morir, en vivo y en directo, a más de los que ojalá nadie tenga que ver nunca; y continúan, impasibles, distinguiéndose lo mismo en cualquier ciudad de la nación que en el despoblado mas solitario, a sabiendas de que su silencio y seriedad deben de imponer más que sus propias armas, ya que, por su alto grado de profesionalidad, representan la tranquilidad, la libertad y seguridad de todos; ellos cumplen sus servicios convencidos de que sin orden no hay justicia, y sin justicia es insostenible la libertad.

Podríamos asegurar, que aquél -el Duque de Ahumada- que les dotó de la famosa Cartilla, ha ganado, y seguirá ganando, cientos de miles de batallas contra todos aquellos que tanto les temen, como son los enemigos del Orden y la Ley.

Benemérito Instituto, que como dice vuestro himno, sois «Guardia fiel de España entera», felicidades, agradecimiento y congratulación por esos 175 años con nosotros, y que sigáis luciendo orgullosos, porque así os lo merecéis, ese tricornio de charol negro al que, por vuestras incontables gestas, hazañas, heroísmos y derroche de responsabilidad, a través de muchas generaciones, tanto carácter y prestigio le habéis imprimido.

* Magister Univ. en Criminología