Así, de la noche a la mañana, la derecha muy derecha y «mucho derecha», cambia su discurso, tira su ideología al suelo, apaga sus antorchas con las que se levantaba contra Pedro Sánchez y ahora es de centro, bueno, toda no, la del PP. El resto van a seguir así pues, en la pugna por la hegemonía de la derecha, están funcionando las tácticas de los aspirantes

Vox se ha hecho con la extrema derecha. A sus políticos no les gustará el término «extrema derecha», pero si parece un pato, nada como un pato, y grazna como un pato... pues será que lo es. Sus más de dos millones y medio de votos muestran el amplio apoyo que tienen. El discurso de rancio patriotismo, su impostada defensa férrea de la unidad de España, su desdén de la derecha cobarde, más los ataques al movimiento feminista y los medios de comunicación que no digan lo que ellos quieren oír, funcionó, aunque les ha dejado muy lejos de dónde aspiraban llegar. Es probable que puedan seguir ahí, dado que tras estos resultados, los del PP no les van a seguir disputando mucho el campo. Tal vez tengan que replantear algo su discurso de reconquista si pretenden llegar más lejos, pues es patente que no todos los españoles de derechas quieren ir a las cruzadas.

Ciudadanos, con una diferencia de tan solo un 5% con el PP, deja de ser aspirante para ser un contendiente en condiciones de igualdad. Pero no hay que dar por derrotado tan pronto al PP en estas luchas por la derecha, ni a Pablo Casado por defenestrado por su desastroso resultado. No hay reemplazo para la presidencia del líder de los populares, que no lleva ni 11 meses, pero sí para la ideología, y es que ya no estamos en el corto plazo. El asalto a los cielos de Vox ha fallado, el ataque de Ciudadanos ha sido duro pero lo han contenido, ahora estamos en el medio plazo. Un cambio de tempo y de geometría que rápidamente se han puesto a tratar de arreglar y es que en cuestión de minutos, lo que se tardó en conocer los resultados, el PP había reorientado toda su estrategia política con un volantazo. La presión de las siguientes elecciones a menos de un mes forzó un movimiento tosco, y desacompasado, pero que es la nueva línea estratégica del PP.

En esta nueva realidad, con la derecha fragmentada, el centro derecha de este país será el campo de batalla de estos partidos. Este «nuevo» PP parece dar por perdida la pugna por la extrema derecha, y pretende tomar distancia con Ciudadanos superándole en el centro. Un Ciudadanos con un Albert Rivera que navega en la dualidad entre centro y extremo, pero con un PP en similar situación aunque con los factores a la inversa, dualidad entre extremo y centro --noten que el orden sí altera el producto--. El transformismo ideológico de estas dos fuerzas es sorprendente. Ciudadanos pasa de ser un partido de centro con vocación regeneradora y de bisagra, a casi un nuevo líder de la derecha con lo que ello implica, pero el PP justo acaba de reorientarse y le va a plantar una nueva batalla por la derecha. Me fascina cómo Pablo Casado se siente, y se percibe, tan cómodo dejando atrás los principios tradicionales que capitaneaba con tanto fervor para ir ahora a reclamar todo el centro como el espacio natural del PP de toda la vida. Ya tengo el eslogan: «Somos el centro».

* Técnico informático y militante socialista