Aunque el mal tiempo se haya atravesado en el devenir de la Semana Santa del 2019, y el agua caída en los días más importantes de la fiesta la haya deslucido, el primer tramo de la celebración ha demostrado cómo el nuevo itinerario de la carrera oficial, en el entorno de la Mezquita-Catedral, va puliendo las dificultades y suscitando un consenso creciente que valora la belleza y el interés histórico del recorrido, en una interpretación genérica, y el acercamiento de todas las hermandades y devociones al primer templo de la capital, desde un punto de vista religioso.

El de este año ha sido el tercero desde que se produjo el gran giro que llevó a la Agrupación de Hermandades y Cofradías de Córdoba a trasladar la carrera oficial del entorno de Las Tendillas al de la Mezquita-Catedral. Una decisión arriesgada y que conllevaba la puesta en marcha de un enorme dispositivo estratégico y organizativo, pues hasta ese momento solo algunas hermandades incluían el monumento en su itinerario. Con este cambio ya lo hacen todas, salvando en algunos casos recorridos largos e inconvenientes diversos, como la ubicación de los penitentes que acompañan a algunos pasos.

Lo que empezó hace tres años con una polémica generalizada por una decisión --la del traslado-- interpretada desde algunos sectores como un desafío de la propia Diócesis y de las cofradías al status quo establecido y aceptado por la sociedad cordobesa, ha ido suavizándose. Así, desde los iniciales enfrentamientos políticos, argumentaciones culturales, dudas sobre la seguridad y conservación del monumento Patrimonio de la Humanidad, rechazo incluso de algunas hermandades a las nuevas rutas e intenso debate en el ámbito del comercio y de las asociaciones de vecinos, se ha ido abriendo paso una mayor convicción sobre el realce que tiene la Semana Santa de Córdoba en este nuevo escenario. Sigue habiendo discrepancias, que deben resolverse con un diálogo abierto y exento de posiciones inamovibles, pues quedan muchos aspectos mejorables, especialmente los que se refieren a las molestias al vecindario y a la movilidad y seguridad en una zona plagada de turistas a la que también se dirigen cordobeses de todos puntos de la ciudad y de la provincia.

Este año, el balance de la Semana Santa puede verse distorsionado por la inoportuna climatología, y queda por saber cómo ha resultado al final la importante parte económica que corresponde al sector de alojamiento y hostelería, cuál es el balance turístico, si los visitantes han mantenido sus reservas o las han cancelado, si el gasto se ha reducido en unos días cruciales para las empresas del sector turístico. Pero los primeros días de sol luminoso han permitido comprobar la consolidación de la todavía «nueva» carrera oficial.