Seguro que todos recuerdan la imagen que hemos visto en cientos de películas de una pirámide construida de copas de champagne, en la que se vierte el dorado y espumoso liquido en la copa más alta y cae cual cascada de burbujas espumeante hasta llenar todas y cada una de las copas que componen la estructura.

Saben, a veces esta imagen se me viene a la cabeza cuando oigo, leo o veo en televisión, noticias tanto de índole empresarial como político. Aunque, con sinceridad, la política es el terreno en el que más fácilmente se puede extrapolar esta imagen piramidal, sobre todo con el actual panorama político que tenemos en nuestro país.

En este país se está dando una coyuntura política sin precedentes, los colores políticos han crecido cual arcoíris después de una gran tormenta, solo hay que observar las gráficas de encuestas para darse cuenta.

El próximo 28 de abril volvemos a las urnas para configurar el Gobierno de España y con la situación política actual lo más seguro es que haya pactos entre unos y otros, bloques de izquierdas, bloques de derechas, centro a izquierdas o derechas vaya uno a saber. Porque en realidad lo que prima sobre todo esto es el poder, ser el presidente del Gobierno. Con estos pactos las nuevas corrientes políticas entran en el gobierno y aquí empieza el baile de reparto de ministerios, altos cargos, personal de confianza y un largo etc... Y así se configura una gran pirámide de gestión de mando sobre este país, los nuevos políticos empiezan a reclutar cargos y algunos cual grandes iluminados reclutan a directivos de empresas o políticos que antes lo eran de otros partidos, poniendo de moda aquello de personas de la sociedad civil y personal independiente, la vieja guardia tiene su cantera y además los años de experiencia les han enseñado que mejor el personal de casa, que los nuevos ya aprenderán, que los independientes en cuanto se les tuerza la hoja se irán por donde han venido que por algo son independientes.

En este país el poder embriaga, gusta sentirse poderoso y pocos son los que no pierden la humildad, y llega el miedo a perder ese poder, ese estatus. Por lo que el poderoso no quiere cerca a quien le haga sombra, y empieza a construirse esa pirámide de mediocridad que chorrea llena de amiguismo, enchufismo, devolución de favores, y eso lo sufre el ciudadano.

Por lo que en esta nueva etapa en la que cada día oímos las palabras regeneración política y cambio, a los dirigentes que en las urnas salgan elegidos y aquellos pactos de gobierno que se realicen para gobernar, les pediría que no se embriaguen de poder y trabajen de verdad por mejorar el país, con sensatez, con humildad y... ¡Ojo! No se dejen deslumbrar por los brillos, que los diamantes que más brillan salen a la luz cubiertos de tierra...

* Licenciada en Ciencias del Trabajo