Durante un tiempo las mayores preocupaciones de los españoles fueron la corrupción, el paro y el terrorismo, y en gran medida siguen siéndolo, pero para las próximas elecciones ninguna de estas cuestiones será la que verdaderamente sirva para decantar los votos decisivos.

El ascenso del populismo cabalgando a lomos del odio ha cambiado esto. Las derechas están todas teñidas por la tinta oscura de las proclamas más duras y alejadas de las soluciones reales a los problemas de la gente. La única preocupación es ganar a esos votantes que se les están yendo al partido de Abascal. Desde fuera, por su comportamiento, parece que piensan que en el camino no perderán a los habituales, y al hacerlo han revestido de verdad los despropósitos de este partido.

Ahora una gran cantidad de votantes de derechas perciben como ciertos los mensajes populistas de la ultraderecha y es en gran medida porque el PP y Ciudadanos se les han sumado en casi cualquier cosa. Es como el que reenvía una cadena de correo falsa. El hecho de reenviar ese mensaje lo hace resonar como una certeza prevalente en la que el mensaje falso se vale de nuestro prestigio como remitente ante los siguientes receptores haciéndolo parecer más cierto.

El reciente gobierno de Andalucía, y la celeridad a la que han pactado entre los tres, es prueba de que las concesiones al partido de extrema derecha se hacen sin ningún problema, hasta algunos se tapan la nariz y se ponen las mascarillas y lo que haga falta para acercarse a los que en otro tiempo eran unos apestados. Está de moda. El mensaje polarizado de soluciones sencillas a problemas complejos gusta, y muchos conciudadanos quieren creer que es cierto que existen de verdad movimientos políticos con capacidad de arreglar rápido y de una vez por todas lo de Cataluña, lo de los derechos sociales, las proclamas feministas, la corrupción, el terrorismo, la pobreza, el hambre en el mundo, el cáncer, la verdad del universo y todas las demás grandes preguntas de la humanidad.

Aún así su mensaje carece de fondo y lo saben, observen como cada discurso del PP o de Ciudadanos es en referencia al actual gobierno, y en particular a la figura de Pedro Sánchez, no en referencia a un proyecto propio verdaderamente defendible y explicable a los ciudadanos y ciudadanas de este país. Así, presencian con estupor que lo único que saben decir es una perorata de descalificaciones cada vez más gruesa y carente de verdad. Allá ellos, a lo mejor descubren a unos votantes con menos tragaderas de las que se piensan.

De esta forma, para las próximas elecciones, la decisión se ha simplificado: avance social o retroceso. Las derechas ya no representan el conservadurismo del mantener lo que hay, ahora representan el retroceso. El PSOE es la fuerza que en este ambiente crispado ha dejado claro que trabaja por el avance social, por la concordia, por el pacto y el diálogo razonable, con moderación, sin estridencias, con hechos, desde hace décadas y en esta última legislatura con gran determinación y proyecto. ¿A quién nombrará gobernante el próximo Parlamento elegido por todos los ciudadanos y ciudadanas de España? Un PSOE con proyecto social o un tripartito de retroceso. Nos jugamos mucho.

* Técnico informático y militante socialista