Andaba chateando cuando alguien comentó, ingeniero de carrera recién acabado, que estaba estudiando la Constitución Española al formar parte del temario de las oposiciones a las que se va a presentar. La pregunta inmediata fue: después de cursar brillantemente el bachillerato y la carrera de ingeniería «¿nunca antes has estudiado la Constitucion?». La respuesta fue desoladora: «No, no solo no la he estudiado sino que nunca antes la había leído». Se abrió un debate sobre si durante la etapa educativa de nuestros jóvenes y universitarios se les enseña algo más que no sea la mera existencia de la Carta Magna, sin contenido. Si aprenden algo más que ser festivo el día 6 de diciembre y que suele ser puente con el día 8. La respuesta volvió a ser desoladora.

A partir de ahí el debate se centró en el modelo educativo actual y sus deficiencias para que estemos ante hombres y mujeres que carecen dramáticamente de formación humanística y política.

Cuando a renglón seguido el sábado pasado constaté en primera persona el perfil de los manifestantes independes en la Castellana de Madrid, comprendí que, tal vez, de esos polvos estos lodos, porque no se explican comportamientos y discursos de nuestros actuales jóvenes políticos, de quienes ya rigen las facetas institucionales, empresariales o profesionales, si no es porque tienen una deficiente formación humanística. Jamás han leído la Constitución y, es más, a lo mejor tampoco se han enfrentado a Don Quijote de la Mancha, ni a Rinconete y Cortadillo, no saben si el Lazarillo es o no de Tormes, si La Colmena es de abejas, o de nuestro inigualable Camilo, ni son capaces de recitar dos versos seguidos de Miguel Hernández, o de Federico García Lorca.

Puedo entender que en el mundo tecnológico/cibernético actual sea muy complicado exigir a los estudiantes la lectura de «pe a pa» y en rancio papel de la Carta Magna o de las Novelas ejemplares, u obligarles a retener en la memoria poemas enteros de Machado, pero tampoco entiendo que no tengan esa mínima formación humanística.

¡Qué cosecha de políticos y dirigentes puede nacer para prolongar la convivencia pacífica otros 40 años más si, tal vez, ni han leído la Constitución! La sana crítica solo puede nacer del conocimiento de lo que significa, del tiempo y del porqué, de dónde viene y por qué llegó.

Los que leímos aquellos libros y recitamos de carrerilla poemas enteros, además de vivos y sin tara mental alguna, días como hoy recordamos con añoranza aquello de «la primavera ha venido, nadie sabe cómo ha sido». Gracias Antonio.

* Abogada