El 23 de enero de 1969 el Pleno del Ayuntamiento de Córdoba aprobaba por unanimidad la constitución de la Empresa Municipal de Aguas de Córdoba, SA (Emacsa), de la que celebramos su cincuenta aniversario, procediendo a la transformación orgánica del hasta entonces Servicio Municipal de Aguas Potables de Córdoba, que desde 1938 había gestionado el agua; consiguiendo una definitiva agilización y eficacia en esa gestión, que culminaba un largo proceso con el que se vino progresando en el abastecimiento, conducción, suministro, potabilización, consumo y municipalización de este elemento fundamental para la vida de los cordobeses como es el agua potable, que a la vez supone un elemento de equidad e igualación social para todos los ciudadanos.

Están vinculados siempre con el suministro de agua potable los avances tecnológicos, que en nuestros días han comenzado a desarrollar sistemas digitalizados y con empleo de energía solar, pero el suministro de agua potable es un problema que ha ocupado al hombre desde la Antigüedad clásica griega y romana, en la que se construían acueductos y tuberías o cisternas o aljibes y depósitos subterráneos para el almacenamiento de las aguas.

Córdoba tiene una importante trayectoria histórica en tal sentido, al igual que en la red de saneamiento de aguas residuales, que en numerosas ocasiones consiguió evitar mayor virulencia de epidemias, calamidades y plagas en nuestra ciudad. Los sistemas de abastecimientos previos a la construcción de acueductos en la Córdoba colonia patricia romana y los acueductos de Valdepuentes y del Arroyo de Pedroche, de época Augusta, evidencian esta trayectoria; que se enriquece con los qanawat de la etapa islámica, que siguieron en uso en la Córdoba bajomedieval y que solo cuando se mostró palmario el deterioro paulatino de esa red urbana de saneamiento y la desaparición de las estructuras de encauzamiento de arroyos de época califal, impulsaría siglos después la búsqueda de nuevos veneros y conducciones, como ocurre a finales del XVI con el nacimiento de la Hoja Maimón y la conducción y distribución del agua del venero de la Palma, principal obra hidráulica del siglo XVIII.

Las desamortizaciones eclesiásticas del XIX dieron paso a sociedades privadas de partícipes, que a su vez acabaron desapareciendo facilitando un lento proceso de municipalización del agua, pero antes tuvo especial protagonismo la Empresa de Aguas Potables de Córdoba (1891-1938), de capital privado, que consigue la conducción de Vallehermoso, como gran obra hidráulica para la captación de aguas de este necesario venero. Sin embargo, habrá que esperar a la constitución de la empresa La Productora (1884-1900) para contar con el primer proyecto integral de abastecimiento a toda la ciudad.

Por otra parte, la construcción del embalse del Guadalmellato vino a mitigar la escasez de agua, al mismo tiempo que colaboró en gran medida en ese proceso de municipalización que había tenido un momento determinante en 1884 cuando el municipio de Córdoba adquirió el agua de las Huertas Unidas de la Torrecilla o de las Ancas para conducirla a la ciudad junto a la de Santa Clara, aumentando así el agua potable pública.

Años después, el arquitecto Rafael de la Hoz proyectó y construyó la conducción de Esquina Paradas en 1931, derivando las aguas a los depósitos de Santa Emilia, subsistiendo los veneros de Torrecilla-Santa Clara y las aguas de la Empresa de Aguas Potables.

La municipalización definitiva tuvo lugar por tanto en 1938 cuando el ayuntamiento cordobés adquirió esta empresa potabilizadora de aguas y los veneros distribuidos por ella, constituyendo el mencionado Servicio Municipal de Aguas Potables. Aún se recuerda el primitivo edificio administrativo de plaza de Colón, la popular «casa de aguas potables» (antigua Casa de Baños de Sánchez Peña) igual que el edificio de la calle Librero Rogelio Luque, que acabaría albergando la primera sede social de Emacsa. Previamente en 1936 se había convocado la primera provisión de plazas de oficial de fontanería, lector de contadores, de encargado de depuradora, peón de materiales, herrero y peón albañil, afectos todos a este servicio municipalizado de Aguas que se gestaba. Por último será en 1944 cuando el Ayuntamiento establezca por primera vez la tarifa general de forma uniforme por el consumo de agua de los cordobeses, después de que este servicio municipal adquiriese e instalase para la generalidad de los ciudadanos los correspondientes contadores. Así mismo en 1991, se crea la Estación Depuradora de Aguas Residuales de La Golondrina, que aporta la definitiva dotación de un ciclo integral del agua.

El agua es vida y un bien imprescindible para el hombre, la agricultura, la ganadería, la industria... fuente de progreso y de igualdad; y por eso su indispensable consumo, acorde con las diferentes épocas históricas cordobesas, ha sido objeto de especial atención por las sucesivas culturas, administraciones y entidades responsables que han jalonado nuestra larga y fructífera historia en este sentido.

¡Enhorabuena a Emacsa por esta efemérides!

* Cronista de la Ciudad