Según Feminicidio.net, desde el 2016 hasta abril del 2018 se registraron 37 violaciones en grupo en todo el Estado. En el primer cuatrimestre del 2018 hubo más casos que en todo el año anterior. Las expertas achacan el incremento a dos hipótesis: el aumento de las denuncias y el mimetismo con casos mediáticos.

Para la investigadora Nerea Barjola, la cobertura mediática de la violación en los Sanfermines del 2016 sigue el mismo patrón que el del crimen de Alcàsser, a pesar de haber pasado 20 años entre ambos.

Por un lado, se culpabiliza a las víctimas y se justifica a los agresores. En muchos medios, los violadores de La Manada han sido tratados como estrellas de la farándula. En Pamplona se organizó una ruta turística que recorría los escenarios de la violación.

Por el otro, los casos se presentan como excepcionales. Es el principal escollo para la prevención de la violencia sexual. Toda la atención se centra en víctimas y agresores, y no en las relaciones de poder que perpetúan dicha violencia y que provocan que la sociedad mire hacia otro lado cuando suceden. Por ejemplo, los asesinos de Diana Quer, Jose Enrique Abuín, y de Laura Luelmo, Bernardo Montoya, son pintados como monstruos, aun cuando se tenía constancia de sus fechorías. Montoya fue condenado por asesinar a una anciana; la cuñada de Abuín lo denunció por violarla, pero la familia la presionó para retirar la denuncia.

Para Barjola, los relatos del terror sexual ciñen la violencia sexual a responsabilidades individuales. Establecen normas de conducta para las mujeres y otorgan a los hombres la potestad de protegerlas. También de lastimarlas, si osan desplazarse sin compañía masculina. En las violaciones en grupo, añadiría la homosociabilidad. Se trata de las complicidades que establecen los hombres para dominar el espacio público, y que actúan como cohesionadoras de la identidad masculina.

Según la socióloga Sharon R. Bird, la homosociabilidad se basa en la distancia emocional y la objetivación sexual de las mujeres. En los grupos de Whatsapp de hombres son habituales las imágenes y vídeos denigrantes hacia las mujeres. En el de La manada, los miembros se jaleaban entre ellos para cometer violaciones. La homosociabilidad como un pilar identitario también explicaría por qué hay grupos de hombres que se autodenominan La nueva manada, especialmente en una época de contrarrevolución machista.

Las mujeres no somos vulnerables por el hecho de serlo, sino porque la sociedad así nos quiere. Por ello, es necesario dinamitar la concepción de que el espacio público es un lugar donde el único papel para nosotras es el de víctima desamparada. Urge educar a los hombres en el respeto a la integridad física, emocional y sexual de las mujeres; además de alentar modelos de masculinidad que rompan con los principios que sustentan la homosociabilidad. Los medios tienen un rol fundamental, dejando de construir relatos de terror sexual que esconden las causas de la violencia.

* Periodista y editora del blog

Zena