En esta ya casi tercera década del siglo XXI, el mundo de la educación en España y en todo el ámbito occidental está viviendo momentos apasionantes de grandes cambios y algunas incertidumbres. En la actualidad todo fenómeno educativo debe ser valorado en el marco de tres corrientes culturales: la globalización, el posmodernismo y el poscolonialismo. Reputados académicos especializados, como el británico Roger Dale, se refieren a la «paradoja» de la globalización para referirse al hecho de que la globalización es un fenómeno que opera, de hecho, en dos direcciones: uniformización y diversificación. Los procesos uniformizadores de la globalización ejercen un mismo efecto homogéneo en la educación de todos los países. Pero la globalización no significa que el sistema mundial esté menos «basado en los estados».

El concepto clave que apuntala la vigencia de los estados nación en educación es el de «cultura escolar», abordado por el historiador de la educación de la Universidad de Murcia Antonio Viñao Frago, quien define la «cultura escolar» con epítetos como «producto histórico», «tradición», «regularidad», «continuidad y persistencia», y «sedimento formado a lo largo del tiempo».

Es especialmente oportuna la comparación de la educación en España con aquella desarrollada en los tres países educativamente más emblemáticos del ámbito occidental, países denominados «laboratorios educativos del siglo XX» por el reputado comparatista español, el catedrático emérito José Luis García Garrido. Estos tres países son Alemania, Inglaterra y Francia. Sus sistemas educativos tipifican modelos educativos paradigmáticos, cuyas tradiciones han revelado un influjo pleno y directo en muchos otros sistemas educativos del mundo, en entornos próximos o lejanos.

Comparación con Finlandia y Alemania

Alemania, a través de su sistema educativo, busca perpetuar el espíritu germánico, Deutschtum, dentro y fuera de sus fronteras, en su firme creencia de la importancia de su contribución nacional a la civilización y a la riqueza de la cultura del mundo. Alemania ha ejercido un influjo claro en Finlandia y EEUU, entre otros muchos países del mundo. García Garrido cataloga la entidad educativa de Alemania como de «espíritu de conservadurismo antirreformista» de gran tradicionalismo, afín al que posee Finlandia, y bien distinto a los rasgos progresistas que revelan sistemas educativos como el sueco.

Inglaterra confía en el modelo empírico

Apunta a extender, a través de su sistema educativo, sus rasgos identitarios contenidos en el término de Englishness, el cual alude a un pensamiento de desconfianza hacia el sistema o la teoría, un rechazo a la teoría sistemática y al establecimiento de generalizaciones y una clara preferencia hacia las verdades adquiridas a través de la experiencia o la investigación del mundo empírico. Sus innovaciones y numerosas experiencias educativas pioneras han influido grandes zonas geográficas del ámbito anglosajón como Estados Unidos, Australia y algunas de sus antiguas colonias.

La lógica de Francia

Francia ha considerado siempre una obligación su misión, llena de orgullo y filantropía, de difundir la cultura latina en el mundo y de extender, mediante l’esprit française, la inteligencia lógica de Descartes y Pascal o el orden del cuidadoso estilo de Racine. El influjo de este país es visible en los países mediterráneos (España, Italia, Grecia) y en otros como Marruecos.

España ha acusado históricamente un influjo de Francia. No obstante, actualmente nuestro país revela una gran heterogeneidad y diversidad tanto en el ámbito político como el educativo. Su espíritu hispanista ha sido catalogado de «difícil» por académicos extranjeros, el cual está conformado por un mosaico de sensibilidades diversas que, no obstante, ha resultado ser históricamente muy atractivo y apetecido por voluntades foráneas.

Niveles de excelencia en España

Pese a la mayor polaridad social y política existente en nuestro país, la educación española ha conseguido cotas notables en aspectos educativos como la equidad, la gran provisión de educación infantil, la integración escolar y la educación intercultural, así como en la red de centros que conforman la denominada acción educativa de España en el exterior, la cual ejerce con el emblemático Instituto Cervantes.

* Profesora titular de Educación Comparada de la UNED. Artículo publicado en ‘The Conversation’