Andan los salva patrias actuales ensalzando la figura de nuestro paisano, el director de cine Gerardo Olivares como adalid de la coherencia. Y lo hacen, al parecer, a cuenta de un premio que ha rechazado porque lo iba a entregar el molt oprimido Puigdemont.

En primer lugar hay que resaltar que se trata de un premio menor, no de un premio de la Berlinale cuya organización corre paralela y en nada tienen que ver, aunque de forma confusa se haya así publicado en algunos medios. La única coincidencia es en el lugar, Berlín, y en el tiempo.

Según refiere la prensa, el rechazo viene motivado porque al aceptarlo de manos del fugado Puigdemont se desvirtuaría la naturaleza neutral y el espíritu del mismo. Nada más lejos de la realidad. No sé si ustedes han visto el documental; yo sí.

El documental es pretendidamente neutral en cuanto a igualdad de oportunidades pero es manifiesta, absoluta y completamente sesgado, partidista y favorable a las tesis independentistas. Resulta un elemento manipulador que, bajo la falacia de la neutralidad, coloca de victimas a los independentistas catalanes, expone de forma acrítica --sin oportunidad de respuesta por la supuesta otra Cataluña-- las tesis más descabelladas y lo que a mi criterio resulta más lamentable, se ensaña con nuestras fuerzas y cuerpos de seguridad que únicamente hicieron su trabajo en defensa de la ley.

No resulta extraño que lo pretendidamente neutral no sea sino otro elemento manipulador más de la campaña independentista pues, según informa entre otros El Confidencial Digital, el que fuera asesor de Mas, Puigdemont y ahora con Torra, coordinador de relaciones públicas de la Generalidad, Joan María Piqué, fue impulsor del proyecto.

Ahora, a la vuelta del tiempo, es cuando se pagan las facturas y las cuitas, de aquellos polvos estos lodos. Si Puigdemont decide entregar el premio, indudablemente, es porque el documental le es afín y lo coloca en una situación de ventaja con respecto al resto de intervinientes. No se le escapa a nadie que no asistiría, siquiera en caso de que el documental le fuera mínimamente incómodo

Sinceramente pienso que cada uno ha de ser responsable de sus actos y de sus hechos. Es más creo que el director cordobés debería haber recogido el premio y no haberlo rechazado. ¿Acaso esperaba otra cosa de su trabajo? ¿O quizás le podía afectar de cara a la promoción de su nueva película?

Como decía el otro: «haberlo pensao antes». A pesar de la impostura del rechazo, seguiré sin ir a ver su nueva película y no por no contribuir con mi dinero con aquellos que colaboran con los enemigos del estado de derecho sino porque, al igual que Entrelobos, seguramente, será un tostón segoviano.

* Abogado