El balance turístico de 2018 ha confirmado sensaciones que desde hace tiempo se venían observando con temor. Las estadísticas hablan de una doble bajada en el turismo cordobés: en los viajeros y las pernoctaciones. Es verdad que son solo datos, pero constatan lo que veníamos advirtiéndole al concejal de Turismo de Córdoba, Pedro García. Como es costumbre en él, no escuchó y siguió su terrible hoja de ruta. En plan kamikaze siguió lanzándose al vacío hasta que al final cosechó los frutos que cualquier persona razonable podía esperar una vez vista su pésima gestión: el señor García deja a Córdoba como la única ciudad que no crece entre los grandes destinos turísticos andaluces. El señor García, desde que estos datos vinieron a poner negro sobre blanco su inoperancia, no ha hecho otra cosa que acumular excusas. Afirmó que si las cifras caen en Córdoba es por culpa del auge de los apartamentos turísticos, como si los cordobeses fuésemos tan ignorantes y poco viajados como para no saber que ese mismo fenómeno se da en otras ciudades de nuestro entorno en las que el turismo sí crece, como pueden ser Málaga, Sevilla o Granada. De otra parte, también vimos al responsable del turismo en Córdoba convocar al Consejo Rector del Imtur, y presentar un orden del día sin propuestas de interés. Trataba una vez más de pasar por encima de los pésimos datos y de los perjuicios que su cerrazón está causando a los trabajadores. Lo último, y no menos triste, ha sido verlo agitar el fantasma de la tasa turística sin intentar consenso alguno con un sector que está lógicamente preocupado por la bajada de negocio, por la estacionalidad y por el estancamiento del gasto medio de los turistas.

Las reuniones del consejo rector del Imtur se han convertido en una sucesión bochornosa de debates baldíos. En uno de esos encuentros ya denuncié que en las trece sesiones celebradas hasta esa fecha jamás se había tratado ninguna decisión sobre el sector y que sólo se abordaban cuestiones administrativas de orden interno. Si algo caracteriza la gestión del señor García quizá sea su propensión al error, aunque su obstinación a la hora de persistir en las malas decisiones comienza a ser digna de estudio.

El descenso de viajeros y pernoctaciones tiene claros responsables. Y el principal de ellos no es otro que el concejal de Turismo en Córdoba, un político cuya gestión al frente de esta área cuesta creer. Un concejal capaz de dudar en público del plan de seguridad de la Semana Santa ejecutado por sus propios funcionarios. También lo suficientemente irresponsable como para criticar con desdén a hosteleros y a hoteleros dañando la imagen de Córdoba. Obstinado además en la decisión de convertir a la principal referencia turística de la ciudad, que es la Mezquita-Catedral, en un objeto de estéril polémica internacional. Y obsesionado por servirse del turismo como arma arrojadiza de uso electoral que le vale para mantener entretenido y fiel al votante antisistema.

No pueden quedar dudas por tanto de que ha llegado el momento de virar por completo las políticas turísticas y volver cuanto antes a lo razonable para no perder el tren de nuestras ciudades vecinas. Lo digno sería en un momento así, con estos datos demoledores sobre la mesa, que Pedro García asumiese su culpa y dimitiese del cargo, aunque mucho me temo, conociendo su tendencia natural de buscar excusas y evitar la autocrítica, que eso resulta altamente improbable. Mucho me temo que habrá que esperar a mayo y lograr en las urnas, voto a voto, el futuro que los cordobeses nos merecemos.

* Concejal de Cs en Córdoba