Mi amiga cumple 60 años. Lo pasará en Lanzarote, no de vacaciones como pensarán quienes asocian la preciosa isla con diversión y descanso, sino trabajando. Mi amiga se dedica al cine y al alba habrá clavado su silla frente al combo en esa fábrica ambulante que es un rodaje, para supervisar y garantizar la continuidad narrativa de la película, es decir, que todos los planos casen en montaje, que nada se quede sin filmar, que haya coherencia temporal, visual y emocional entre las escenas.

Cumplir 60 años la asusta, como nos asusta a todos saltar de década, si bien sospecho que en otras épocas no alarmaba del mismo modo. Imagino que a mi abuela Dora, mujer coqueta que jamás confesó su edad, sí le produciría cierto susto avanzar en el calendario y ver sus encantos marchitarse, pero al menos no tenía la presión de tener que seguir siendo una profesional ágil, dinámica y moderna. O fingirlo.

En un país que ostenta el segundo puesto mundial en tasa de envejecimiento y donde lo que hacen falta son más cotizantes y más cualificados, y no menos, es paradójico que una vez que sobrepasan los 45 años los trabajadores y profesionales encuentren tantas dificultades y amenazas para permanecer en activo o reinsertarse tras un despido y pronto se sientan dinosaurios.Mi amiga tiene suerte porque es una profesional valorada, pero la incertidumbre de qué futuro le deparará un contexto laboral impredecible y precarizado resta disfrute a esta etapa. Hace tiempo, otra amiga propietaria de una importante marca de calzado, me contaba que en las semanas de la moda de Nueva York, París y Milán, si le preguntaban la edad no se quitaba años, sino décadas minimizando su trayectoria. No porque a ella le importara un pepino tener 70 años, sino para ahorrarles el susto y los prejuicios a los fashionistas en un sector en el que juventud y novedad son valores por sí mismos. Lo mismo ocurre en el resto de ámbitos creativos en los que nutrirse vorazmente de lo nuevo y deshacerse de lo viejo es el mandato generalizado. Felices 60, Lourdes, feliz recorrido, feliz sabiduría.

* Escritora y guionista