Es de madrugada. Salgo al corral de mi casa del pueblo y el cielo, que sigue todavía allí arriba en aquella distancia infinita de la infancia, es el mayor espectáculo de la soledad rural que nos sigue entreteniendo como cuando éramos niños. La Vía Láctea, un camino en el cielo que se llama de Santiago, sigue señalado como en polvo blanco allí arriba, en la dirección de la Calle Real hacia la de San Pedro, por lo que choca un poco con la torre de la iglesia. Hace mucho frío en estas primeras noches de invierno que se han congelado con el silencio de la ausencia de la Navidad. Pero la pantalla gigante del cielo te atrae con el Carro, las estrellas que más relucen de la Osa Mayor, una constelación visible durante todo el año al menos en Europa. Antes de cenar, en alguno de los pocos bares que quedan, has pasado lista con el dueño del establecimiento a todos los negocios que han ido cerrando y que posiblemente no resuciten. Como el del quiosco de prensa, una desgracia para quienes leen algo más que wasaps. Pero la belleza habita por estos recodos de soledad al sol y aunque el recuento de la mala economía rural nos entristezca el encanto de mirar al cielo de día y dejarte envolver por su calor te transporta al mundo real que arropa a los pueblos. Pasas por el polideportivo, la carpintería y el campo de fútbol y oyes el silencio tan dentro que hasta casi te quedas dormido en ese banco lleno de sol que rompe los cero grados de esta semana pasada con la ayuda de ese cielo azul tan acostumbrado a la belleza. Es invierno y en Los Pedroches, menos en el Pozoblanco de la Covap, el mundo suena a veces como a empeño perdido. Por sus dificultades para sobrevivir. Pero te encuentras en el periódico con la noticia de que diseñan cuatro itinerarios para contemplar el cielo y el alma, que se te viene arriba, empieza a observar un futuro para estas tierras donde el arte, la imaginación y la belleza se conviertan en su mejor negocio. Desde doce miradores estelares, que la Mancomunidad acaba de licitar, se podrá mirar el cielo, con reserva starlight, de los 17 municipios de Los Pedroches, desde la aldea de El Cerezo de Cardeña al paraje de El Soto de El Guijo, el castillo de Santa Eufemia, la playa de la Colada de El Viso o la de la romería de la Divina Pastora de Villaralto. El camarero del bar empezó a lamentarse mientras televisaban un partido de fútbol. «Si el año que viene hay que pagar 400 euros todos los meses por tener todos los partidos yo me borro», dijo. Esperamos no quedarnos sin bares, como ya estamos sin periódicos, por el alto coste en el bar de los partidos televisados. Que al cielo y a las estrellas nadie le ponga precio.