Durante estos días hemos tenido presentes estas palabras de Simone de Beauvoir escritas en 1949: «No olvidéis jamás que bastará una crisis económica, política o religiosa para que los derechos de las mujeres vuelvan a ser cuestionados. Esos derechos nunca se dan por adquiridos. Debéis permanecer vigilantes durante toda vuestra vida».

Ahora deberíamos estar ocupadas en mejorar leyes que han supuesto un logro en políticas de igualdad, preocupadas por formas de violencia que no se dan en el entorno privado y que son también violencia machista. Deberíamos seguir avanzando en la agenda feminista cuyos objetivos están centrados en derechos básicos y libertades elementales, en darnos el lugar que nos corresponde a las mujeres como seres humanos. No obstante, vigilantes ante la amenaza de secuestro de derechos, nos hemos de enfrentar a partidos desleales con la democracia y los derechos humanos; porque un pacto que pisotea los derechos de las mujeres, que extiende un discurso negacionista de la violencia contra las mujeres solo puede llevarse a cabo por formaciones políticas que violan con descaro y sin ruborizarse los principios básicos de una sociedad igualitaria, despreciando a la mitad de la población. Frente al Parlamento de Andalucía el pasado martes se oían gritos dirigidos a «los trillizos» de la derecha, tres partidos constituidos bajo el manto de la democracia pero que no han entendido que los derechos de las mujeres no se negocian, que la política está en cada ámbito de nuestras vidas, que lo personal es político y que el feminismo es un movimiento social y político, un movimiento de justicia necesario si queremos caminar hacia la igualdad.

Queridos partidos de la derecha, no existe la ideología de género ni la presunción de veracidad de la mujer ni una supremacía del género femenino. Existe un sistema de dominación llamado patriarcado, que perpetúa una desigualdad estructural; que cosifica y deshumaniza a las mujeres. Donde los violadores salen airosos de las agresiones que cometen y donde la justicia pone en cuestión a las víctimas, haciendo una radiografía de su vida pasada, de la ropa que llevaba, del alcohol que bebió o de cómo sonreía.

El género es una construcción social y a veces parece que habláis de géneros de ropa. No, el centro del debate ha de ir en poner sobre la mesa, en la tribuna y en la agenda política la opresión de las mujeres por nuestro sexo. Se trata de una violencia machista donde ya no queréis ver ni su máxima expresión, los asesinatos de mujeres. Costó dejar de pensar en crímenes pasionales para articular las respuestas a lo que nos ocurre a las mujeres por ser mujeres. La Ley Integral contra la Violencia de Género fue un paso importante para entender dicha violencia como un problema del sistema que debería ocuparse de proteger a las mujeres, y no hacer un batiburillo mezclando otros tipos de violencia -ya tipificadas en el código penal- y apartando el foco de una violencia específica contra las mujeres cometida por hombres, amparada por ese sistema. Según datos oficiales constan cerca de mil mujeres asesinadas por sus parejas o exparejas hombres desde 2003.

Dejad de denostar al feminismo, que lleva tres siglos dándonos herramientas para nuestros derechos y libertades. ¿Feminismo exacerbado? ¿Radicales feas y feminazis? ¿Usar kale borroka de manera despectiva para referirse a una concentración feminista que obviamente es lucha en la calle? Olvidáis cómo las sufragistas británicas, las americanas, las de Suiza, consiguieron el sufragio femenino; y cómo el Tren de la Libertad paró el anteproyecto de ley de un ministro que pretendía hacernos retroceder en nuestros derechos sexuales y reproductivos y que dimitió.

No tenéis argumentos. Los nuestros los encontráis en lo conseguido, en la fuerza que aunamos juntas y que demostramos el pasado 8 de marzo con la multitudinaria huelga feminista.

Previamente al debate de investidura para el Gobierno andaluz miles de personas nos desplazamos ante el Parlamento de Andalucía en una concentración pacífica y esa misma tarde toda España y otras ciudades como París, Toulouse, Bristol, Berlín y Buenos Aires se sumaron a la marea violeta; dando lugar a la antesala de la próxima huelga feminista de otro 8 de marzo que seguirá escribiendo nuestra historia: Una historia que no nos mantenga en la sombra, calladas, invisibilizadas y apartadas de las decisiones que nos afectan a nosotras. Avanzamos gracias al movimiento feminista y uno de los rasgos en la conceptualización de su cuarta ola es que estamos más presentes que nunca: en cada casa, cada calle, cada barrio, cada pueblo, cada ciudad, cada país; en cualquier parte de este planeta.

* Periodista y activista feminista. Asociación de Mujeres Ecofeministas Petra Kelly