Córdoba, siempre Córdoba. La ciudad que me lo ha dado todo. Ciudad de contrastes, de silencios y de llantos, de alegrías y de seguiriyas, duende por cada rincón, solera, encanto, embrujo, el rasgar de una guitarra en una noche estrellada perfumada de jazmín iluminada por la luna llena mientras el Guadalquivir fluye con estoicismo, ese que imprime la magia de una ciudad eterna, llena de posibilidades...

Una ciudad que te enamora, la que me ha visto nacer y a la que llevo muy dentro del alma. A la que tanto le debo, a la que tengo tanto que agradecer y corresponder, a la que quiero ayudar a devolverle su esplendor, su grandeza, su fama, su esplendor en la cultura, en las artes y las ciencias. Esa misma Córdoba de Séneca, de Averroes, de Maimónides, de Góngora, Valdés Leal, Julio Romero de Torres, Antonio Gala, Ginés Liébana, Pablo García Baena... Una Córdoba referente en la Fiesta Nacional con sus califas Lagartijo, Guerrita, Machaquito, Manolete, Manuel Benítez El Cordobés, que escribieron páginas de oro en la historia de la Tauromaquia, nombres en negrita en el Cossío, héroes que nunca murieron y que siguen viviendo en la memoria de muchos cordobeses.

Pero yo no quiero una Córdoba que solo viva de su pasado sino que se proyecte en el mañana, que recoja toda una herencia rica, envidiable, sublime y que esa amalgama de valores sea el motor para afrontar un futuro que la conduzca a recuperar el esplendor, el foco que irradiaba luz en todo Occidente y gran parte de Oriente.

Yo sueño con una ciudad de Córdoba donde ese pasado pueda dar paso, tras años de «sequía», a una ciudad del siglo XXI, abierta, con posibilidades de futuro, que ofrezca oportunidades a nuestros jóvenes para que desarrollen sus conocimientos, su enorme preparación, sus ansias de investigación que aporten lo mejor a una ciudad como esta.

Una ciudad donde sea fácil «emprender», en la que aquellos con vocación empresarial, con ideas nuevas, con visión de futuro puedan hacer realidad sus proyectos, sin cargas fiscales e impuestos asfixiantes, que sean creadores de puestos de trabajos, algo que tanto necesitamos... Donde la generación mejor formada de nuestra Historia reciente no tenga que buscar lo que se le niega por el momento fuera de nuestras fronteras, una Córdoba que no pierda ese «valor añadido» adquirido y existente en nuestros jóvenes.

Una ciudad que, desde su Ayuntamiento, fomente la llegada de nuevos inversores, nacionales y extranjeros, que vuelvan a levantar la industria que, como un desangrado continuo, fue desapareciendo de Córdoba porque existen otros territorios donde no existen tantas trabas, tanta burocracia, tanta incomprensión...

Yo quiero que esta ciudad siga siendo un referente en investigación (Imibic) y sanidad desde nuestro gran complejo sanitario del Reina Sofía, donde los mejores profesionales de este país -- sin duda, con la mayor «excelencia»-- en cardiología, pediatría, cirugía, trasplantes... sigan siendo la envidia de toda España, a los que debemos dotar de mayores recursos y medios porque no hay nada más loable que invertir en este campo.

Sí, todo eso y más. Y estoy dispuesto a dejarme la piel en ello. Sé de lo que hablo. Tengo la piel curtida y muchas cicatrices. Pero Córdoba me duele en el alma y merece la pena pelear por ella, a pecho descubierto, desde mi nueva vocación: servir con honestidad, poner un grano de albero, poner en suerte el toro que ha de devolver a mi tierra todo lo que merece por sí misma.

* Candidato nº 3 de Vox por Córdoba al Parlamento de Andalucía