El exministro de Asuntos Exteriores Miguel Ángel Moratinos acaba de ser nombrado alto representante para la Alianza de Civilizaciones. Desde el uno de enero del próximo año asumirá la responsabilidad de hacer real este ambicioso y necesario proyecto. En una reciente visita a nuestra ciudad Moratinos ha propuesto a la ciudad de Córdoba como sede de este proyecto para toda la Península Ibérica y el Norte de África.

Miguel Ángel Moratinos, siguiendo la estela de un famoso discurso de Barak Obama, subrayó el «modelo cordobés» de convivencia y de respeto mutuo entre distintas comunidades culturales, religiosas y civilizaciones. Incluso más allá de su verdad histórica la referencia a Córdoba puede inspirar y servir de guía práctica para que las sociedades aprendan a convivir en paz y en armonía, con respeto y sin exclusiones.

La Alianza de Civilizaciones fue una iniciativa de Kofi Annan, entonces secretario general de la ONU, emprendida en el año 2005 y que debido a diferentes razones geopolíticas se fue desvaneciendo en los años posteriores. Retomar este proyecto resulta esperanzador máxime cuando parece que estamos comenzando a vivir tiempos de nacionalismos excluyentes y con tintes xenófobos.

El objetivo de la Alianza de Civilizaciones no es otro que el de forjar una voluntad política colectiva que establezca un paradigma de respeto mutuo entre civilizaciones y culturas.

La Alianza se propone lanzar un movimiento que aglutine a la gran mayoría de los pueblos que no se identifican con el extremismo, con el fin de fortalecer la comprensión y el respeto mutuos, contrarrestar la influencia de los que median en la exclusión y pretenden tener el monopolio de la verdad y conseguir, de este modo, anular la amenaza que constituye para la paz y la estabilidad mundial la tendencia al extremismo en las sociedades.

No es poco lo que la Alianza de Civilizaciones puede aportar también en política de seguridad. La consolidación de un orden internacional más justo, la promoción de la democracia, la cohesión social y la protección de los derechos humanos son objetivos que esta iniciativa comporta. Igualmente, para asegurar la seguridad mundial y la concertación y cooperación internacional en la lucha contra el terrorismo se debe combinar la acción y la cooperación de todos los agentes implicados con actuaciones racionales que aborden también los factores que alimentan los radicalismos y la violencia. Para ello, como estrategia de funcionamiento, la Alianza de Civilizaciones apuesta por el multilateralismo eficaz. La utilización de los instrumentos multilaterales de forma no selectiva, con la participación equitativa de todos los actores, para la solución de los problemas comunes, ayudará a la erradicación del uso ilegitimo de la fuerza como medio de resolver los conflictos.

¿Qué puede aportar culturalmente? Este ambicioso proyecto descansa en la promoción del diálogo de culturas, la profundización de los valores compartidos y el estudio y tratamiento de las amenazas comunes, el tratamiento adecuado de los flujos migratorios, la profundización de los modelos de integración cultural y en la prevención de los fenómenos discriminatorios y de violencia racial o étnica.

La labor que ahora emprende Moratinos debe dotarse de eficaces herramientas para propiciar el acercamiento cultural. En este sentido se debe trabajar en dos ámbitos complementarios: la percepción del otro en los medios de comunicación como una vía de conocimiento exento de prejuicios; y la educación como forma de promover el diálogo entre las civilizaciones y prevenir la intolerancia y el conflicto. Para ello, tanto el intercambio de experiencias universitarias como el contenido de los programas y libros de texto en la educación escolar son herramientas imprescindibles para conseguir no sólo la alianza de civilizaciones sino la alianza global de ciudadanos.

Una alianza de civilizaciones que debe convertirse en una auténtica alianza de pueblos y de ciudadanos, capaz de hacer frente a los enormes y complejos retos que tenemos por delante: la globalización económica, la lucha contra la desigualdad y la pobreza, los desafíos medioambientales y la revolución biotecnológica. Son retos que necesitan que las civilizaciones humanas se alíen a favor del ser humano.

El Siglo XXI será de todos los seres humanos o quizá no llegue a completarse.

* Catedrático de Derecho Constitucional