La izquierda organizada en Andalucía lleva décadas trabajando por desenmascarar a quienes construyeron el sólido cortijo del PSOE en la Junta para señorearse en él, y cuando se tambalean sus cimientos, la gente entrega la llave a quienes ya vienen señoritos de casa. Ese ha sido el fracaso de Adelante Andalucía. Podemos consolarnos y decir que en el mejor de los casos hemos resistido, pero sería un pecado en el que llevar la penitencia. Más nos vale buscar respuestas.

Pero recelo de quienes las tenían todas media hora después de que se cerraran las urnas. Sobre todo porque tres días después sigo haciéndome preguntas para poder empezar a barruntar alguna respuesta, reflexionando con urgencia pero sin alarmismo. Decenas de dudas me llevan a centenares de preguntas que se convierten a ritmo exponencial en un millón de preguntas del millón. Estas son algunas, y las hago extensivas a propios y extraños:

¿Por qué nadie se pregunta cómo la derecha dividida ha ganado a la izquierda transformadora, que por primera vez concurría en bloque en nuestra tierra? Décadas oyendo hablar de la unión de los conservadores como su fortaleza y de nuestra pluralidad como debilidad, para acabar viendo cómo nos golean cuando se fragmentan.

¿Por qué no nos preguntamos por qué la decepción progresista con el PSOE más conservador y derechizado no apuesta por nuestra alternativa? A estas alturas ya sabemos que no basta con una buena campaña electoral. Entonces, ¿qué hemos hecho mal? Décadas trabajando para que el electorado de izquierdas abriera los ojos ante la deriva socio-liberal del gobierno andaluz y el partido que lo sostiene, y cuando los abre no somos su opción, que va del abstencionismo al nuevo vacío ideológico.

¿Por qué nos sorprende el destape de la extrema derecha, cuando no es más que una escisión del Partido Popular y era de esperar que más pronto que tarde, en plena crisis de régimen, levantara su propia bandera? Sí, Vox es neofascista, pero la mayoría de sus nuevos votantes no lo son. Más nos vale darnos cuenta antes de señalarlos y criminalizarlos, al tiempo que pensamos cómo la indignación ha acabado resignándose ante la precariedad y culpando de sus efectos tanto a partidos políticos clásicos como a los que han envejecido en tiempo récord; así como al vecino distinto, extranjero o no, con diferente tono de color en la piel pero igualmente empobrecido.

Es evidente que habrá que vigilar los guiños ultras del futurible gobierno andaluz, y más nos vale guardar energías para salir al paso en la calle y las instituciones cuando tenga lugar la más que previsible escalada reaccionaria y de ataque a lo público, pero eso no evita mi siguiente pregunta: ¿Por qué nos apuntamos a la súbita reacción ante la irrupción electoral de extrema derecha de manera tan visceral, antes de analizarla? Es romántico e incluso estimulante ver a la juventud gritando "no pasarán", pero... ¿No se lo estamos poniendo fácil a quienes están interesados en tacharnos de no asumir unos resultados electorales que -por muy poco que nos gusten- son legítimos y fruto de las reglas del juego democrático en el que hemos participado? ¿No será contraproducente esta reacción? Y otra pregunta: ¿Cuánta juventud ahora movilizada contra el fascismo se movilizó para votar el domingo? ¿Cuánta apostó por la izquierda alternativa en la que nos hemos desgañitado contra la precariedad que sufren? Ahí quizá encontremos alguna clave. Y de paso: ¿No iba el miedo a cambiar de bando? Nadie da más muestra de pavor que quien tiene que gritar que no tiene miedo.

¿Por qué no dejamos de hablar de VOX - y de unos resultados que si bien nos han sorprendido, siguen siendo residuales en términos absolutos- y ponemos el foco en PP y Ciudadanos? Estos dos partidos están repartiéndose la tarta con los ultras encendiendo las velas, pero nadie les recuerda que hace dos días se presentaban como sinónimo de moderación, centrismo, constitucionalismo, sentido común… y ahora negocian con un partido que ha hecho bandera del discurso del odio, del radicalismo excluyente y que reconoce querer entrar a las instituciones para reventarlas desde dentro. Populares y Ciudadanos blanquean a estos anti sistema para valerse de ellos, comprándose el peor populismo para hacer cálculos parlamentarios al tiempo que tildan de golpismo la moción de censura que desbancó del Gobierno Central al partido más corrupto de Europa.

¿Nadie va a preguntar al PSOE-A si su reacción va a ser apuntarse al carro derechista, interiorizando aún más consignas conservadoras en cuanto al modelo de Estado? ¿Se van a regenerar recuperando aquella esencia republicana, socialista y obrerista, o van a plegarse a las demandas electorales más reaccionarias del caladero de voto activo en barrios acomodados, olvidando de nuevo a esos sectores sociales a los que abandonaron, ahora que no acuden a las urnas?

Más nos vale la urgencia de hacernos y hacer muchas preguntas para tener muchas respuestas que nos den más y mejores ideas, y entonces sí, salir con ellas a la calle y a las instituciones en defensa de una mayoría a la que pertenecemos pero se sigue resistiendo a nuestro mensaje.

* Coordinador Local IU-LV-CA en Puente Genil. Miembro del Consejo Provincial de Izquierda Unida en Córdoba