Que la Tauromaquia y quienes la siguen viven de la fantasía y del pasado era algo que sospechaba desde hace tiempo pero ha sido corroborado en el primer debate Toros: cultura popular y contracultura que ha tenido lugar en la Sala Orive el día 25 de octubre. Un evento que lleva el beneplácito del concejal de Cultura y de la subdirección general de la misma del Ayuntamiento y que le ha sido encomendado al señor más moderno de Córdoba y que gracias a su amistad con los prebostes ha sido designado comisario del evento. Organizar con dinero público unas jornadas donde se hace proselitismo de la mentira y la pseudociencia es deleznable y lo más oportuno hubiera sido pasearlo por las peñas taurinas de Córdoba donde existen verdaderos adeptos a alardear de sus conocimientos pseudocientíficos.

Un torero retirado, un periodista taurino de El País, y un profesor de derecho constitucional en Sevilla, colaborador de artículos de tauromaquia en el El Mundo junto con el creador del Boletín de Loterías y Toros inauguraron la primera mesa redonda en la que según los objetivos marcados por la delegación de Cultura del Ayuntamiento se reflexionaría sobre el cambio o no que se ha producido sobre la visión de la denominada Fiesta, tanto de los actores que participan de ella como en los radicalmente opuestos a su celebración, huyendo de debates estériles. Diré lo que como espectador a la misma vi y escuché.

Ante un público complaciente de oír lo que quiere oír el periodista arremetió con burlas y descalificaciones sobre personas defensoras de un mejor trato a los animales que no pudieron defenderse al no ser invitadas. El profesor de Derecho se limitó a mirar al pasado, a decir que la Tauromaquia es republicana y que los espectáculos taurinos dependen de Interior y no de Cultura porque en las plazas de toros se han producido desde siempre maquinaciones contra personas, gobiernos, reyes e Iglesia que los hacían y hacen ser considerados muy peligrosos para la sociedad. El torero retirado se confiesa cazador y que como tal no hace gala de trofeos porque considera que en la caza la lucha es desigual y le da vergüenza exhibirlos, pero como torero no ha sentido nunca remordimientos ni escatima en orejas, rabos, patas y alguna que otra cabeza como trofeos. El comisario resalta que el toro es solo un tótem, como en el neolítico, una bestia que en el ruedo representa la victoria del ser racional frente a la fuerza bruta. Luego se lía y mete la cultura japonesa en el fregao.

Se quedan ahí, no les interesa saber que el toro tiene conciencia como cualquier otro ser vivo con un sistema nervioso superior y que es consciente de su sufrimiento. Que no puede huir de la plaza que es lo que haría si le dejaran y al que obligan a defenderse en inferioridad. Pero esto no es lo que quieren oír. Prefieren quedarse difundiendo estudios pseudocientíficos realizados con dinero público, sin ningún interés práctico en el que vergonzosamente concluyen que las beta endorfinas que el toro segrega en la lidia lo convierten en un organismo inmune al dolor y al sufrimiento.