Vamos mejorando en cuanto a salubridad, seguridad y limpieza en nuestras plazas y calles, aunque por zonas y temporadas quede mucho margen para la mejora. Es loable el esfuerzo de las instituciones, asociaciones y vecinos para que día a día vayamos ganándole terreno a las actitudes o costumbres más propias de otros tiempos. Hay mejor uso de papeleras, le vamos ganando la batalla a las deposiciones de las mascotas, con campañas y colaboración ciudadana. Se pudo reconducir con sentido común el problema de los excrementos de las caballerías en la ciudad. Hemos pasado del «mucha mierda» con el que se animaba a los actores y actrices, que valoraban las expectativas de éxito en función de la cantidad de excrementos a la puerta del teatro, al disfrute de nuestras calles y plazas.

No es de recibo, que después del esfuerzo que supone la remodelación y arreglo de nuestras calles, en un barrio como San Agustín que va cambiando su cara muy poco a poco, en menos que canta un gallo, un desfile procesional deja el pavimento hecho una pena. Cambiemos el «mucha mierda» por el «mucha cera» para valorar el éxito del desfile procesional. Pues nada, «más madera» que diría Groucho Marx.

Con un poco de sentido común y con los tiempos que corren, se puede y se debe evitar estos estropicios que además del deterioro, suponen un mal ejemplo para el ciudadano. Difícil solicitar colaboración ciudadana cuando permitimos estos sinsentidos. Hoy la calle Cárcamo, ayer la plaza de San Agustín. Sadeco entiende, comprende, pero... Con la Iglesia hemos topado.

No nos parecen ni bien ni mal los desfiles procesionales, en nuestra asociación «hay gente para todo». Pero alguien debe de ser el responsable de este deterioro. Choca, eso sí, la profusión de imágenes en la calle y la programación sistemática fuera de temporada. Sarna con gusto no pica. Evitar rascarnos el bolsillo con el gasto que supone arreglar y reparar nuestras calles debe ser objetivo de la administración y de los ciudadanos. En eso deberíamos de estar de acuerdo.