A veces no sabemos el valor del suelo que pisamos de Córdoba. El jueves, por ejemplo, a las siete de la tarde, la Sala Vimcorsa se llenó de una feligresía creyente en el arte que acudía a aquel espacio a la inauguración de la exposición ‘Antonio Povedano (1918-2008): creación, identidad y vanguardia’. Seguro que el vocerío de bastantes asistentes despertaría de su sueño eterno en la casa donde nació a Ángel de Saavedra, Duque de Rivas, aquel joven aristócrata cordobés que, obligado por su condición de segundón a hacer carrera con las armas, se rebeló contra el sino de su nacimiento, se alistó en el romanticismo creativo y se sentó al lado de Verdi el 21 de febrero de 1863 a ver el estreno de la ópera del italiano, La forza del destino, inspirada en su Don Álvaro o la fuerza del sino. Mucho antes de que este escritor aventurero y político, que logró escaño a Cortes por Córdoba en 1822, comenzase sus avatares fuera de Córdoba por este sitio donde Antonio Povedano nos muestra parte de su obra, que se completa con la expuesta en el Centro Botí, los esclavos romanos pasearon la voluntad de sus dueños antes de dirigirse al Teatro Romano de la Colonia Patricia Corduba, pasando la iglesia de Santa Ana, dejando a un lado el Centro de Arte Pepe Espaliú y tirando por la calle Alta de Santa Ana y la Cuesta de Pero Mato hasta llegar al Palacio de los Páez de Castillejo. Donde se exhibe el arte de Antonio Povedano nuestros antepasados romanos mostraron el suyo. Quizá por eso el jueves anduvieran por allí personas con sabiduría de pelo blanco creativo, como Carmelo Casaño, Rafael Mir, el doctor Concha o el arquitecto Juan Cuenca, que nos devuelven a una Córdoba como la del Duque de Rivas, donde, en su día, el alcalde Rafael Cruz Conde lo elevó a la categoría de estatua en sus jardines de la Victoria con la ayuda y la ensoñación romántica del escultor Mariano Benlliure. A veces no sabemos el suelo que pisamos en una Córdoba que fue universal hace muchísimo tiempo. Seguro que la creación, la identidad y la vanguardia del arte de Antonio Povedano se darán cuenta. Estar en territorio del Duque de Rivas seguro que imprime carácter.