La educación, mesura y cortesía que caracterizaba a las instituciones públicas desapareció de la mano de una izquierda cafre para la que las coletas, los vaqueros raídos o unas tetas al aire, acompañados de unos exabruptos, son la mejor forma de desmontar los argumentos de sus oponentes.

No sé qué habrá llevado a Almagro (el firmante de esta carta al director se refiere a Luis Almagro, secretario general de la Organización de Estados Americanos, OEA) a llamar «imbécil» al presidente que llevó a España a la ruina, pero sea cual sea la razón, es una salida de tono.

Ello no es óbice para que me cause perplejidad que un Gobierno cuyo actual presidente, cuando aspiraba a serlo, tuvo la desvergüenza de llamar «indecente» al entonces presidente del Gobierno de España, mire la paja en el ojo ajeno y no vea la viga en el propio.

No solo eso, tampoco entiendo por qué debe ser defendido un particular que cuando era jefe de la oposición se atrevió a ofender a más de trescientos millones de norteamericanos no levantándose al paso de su bandera.