Soy un cordobés de 41 años que lleva en paro desde el 2005 (solo me han dejado trabajar dos meses en toda mi vida y ni me querían pagar), sí, han leído bien. Curiosamente (o precisamente por eso, por dar la cara por la cuadrilla de jardineros de Promi que no cobraban y que yo comandé esos dos meses en ETEA) no he vuelto a trabajar desde que envié mi primera y última carta a este mismo diario. Así que voy a ver si volviendo a escribir rompo la maldición o mano negra que me persigue desde entonces.

Mi profesión es la de técnico de Formación Profesional de Jardinería, Me formé en la mejor cantera (o así proclamaban ellos) de capataces de esta ciudad (y la pionera), el CPR Torrealba, pero ni de peón (ayudante del capataz) me llaman. Todos te exigen experiencia, pero, ¿estamos locos, o qué? ¿Cómo se puede adquirir experiencia laboral si nadie te da la oportunidad de trabajar una primera vez?, ¿o es que acaso se nace con ella? Por cierto, pregunten a los capataces y jardineros de Córdoba si poseen mi titulación (la única homologada para ejercer mi profesión) y cómo accedieron a dicho puesto. Que les enseñen el carnet de técnico que expide la Junta de Andalucía al acabar los estudios. Que les expliquen si han pasado un proceso de selección. Entenderán todo.

He pedido empleo (más de 165 cartas de presentación y CV solo en los últimos meses) a los sitios más lógicos (empresas, hoteles, SAE...) e ilógicos (Casa Real, Gobierno, Junta de Andalucía, Vaticano, Casa Blanca...) y mi extenso currículo ha sido más leído que El Quijote. Lo tiene casi toda España y parte del extranjero. Y antes de que la lumbrera de turno me diga que pruebe en otro sector, decirle que ni de simple reponedor o auxiliar de seguridad me quieren. Además, eso dígaselo al aficionado que le roba el trabajo al profesional cualificado. El mundo al revés, oigan, pero «Spain is different».

Entonces solo existen dos posibilidades: o estoy en una lista negra por defender públicamente a aquellos disminuidos psíquicos o en España sin enchufe (llámese amiguismo, nepotismo, intrusismo laboral...) es casi imposible trabajar (esta es la más plausible). Y también solo se me ocurren dos soluciones: encadenarme o hacer huelga de hambre en el SAE (Servicio Andaluz de Enchufados). Y no me vale lo de hacerme autónomo (lo comido por lo servido) o empresario (tienes que ser rico).

Pero lo peor no es llevar en el paro 13 años seguidos, no, lo peor es la incertidumbre de no saber si volveré a trabajar antes de jubilarme. Por lo menos pasaría a la historia como el Récordman del paro español. Espero que esta misiva remueva la conciencia de quienes pudiéndome dar empleo (tras pasar proceso de selección) por mis propios méritos, prefieren a uno o una que no ha hecho nada en su vida por estar ahí. No quiero subsidios para vagos, quiero un empleo digno con el que poder ganarme el pan.

Ya me toca, ¿no creen?