Con la nueva hornada de políticos nacidos en este país creía y pensaba que nuestra calidad de vida iba a ir a mejor, intentando entre todos una solución correcta y eficaz a los verdaderos problemas que, de verdad, nos incumben, olvidando las promesas incumplidas de anteriores dirigentes gubernamentales.

Por desgracia, seguimos igual o peor, perdiéndose los que habitan en el Congreso de los Diputados en cuestiones que a los españoles, poco les importa, y lo que realmente hace falta solucionar, apenas se habla. Dicho hemiciclo parece un patio de colegio o una guardería, peleándose y acusándose los unos a los otros sobre los másters, sobre los estudios personales de hace 20 años, sobre las copias, etcétera.

Por otra parte, vamos a dejarnos y olvidarnos de exhumaciones de personas enterradas que ya no están desde hace 50 años, y vamos a ponernos a trabajar de una puñetera vez para solucionar el problema como es el paro, provocado por la vagancia de muchas personas. Y digo holgazanería (ahora me doy cuenta), porque hay cantidad de personas a las que, sorprendentemente y por comodidad, les interesa más cobrar el paro, antes que ponerse a trabajar.

Así es imposible arreglar España. ¡Qué vergüenza de políticos! ¡Qué pena de país!