El verano del 2017 se difundió en medios locales que la Gerencia de Urbanismo adjudicó la última obra pendiente en la antigua Normal de magisterio. Un complejo de 6210 metros que albergará servicios de delegaciones municipales, salas de exposiciones, reuniones, auditorio, centro de producción artística, centro TIC, centro cívico, vivero-escuela de emprendedores y, como no podía ser de otra forma, una gran biblioteca, la cual esperamos sea más que un mero relleno espacial producto del trasvase forzoso de los activos bibliográficos apilados en el centro cívico Arrabal del Sur.

A este respecto, como ciudadano de una urbe patrimonio de la humanidad, siento a la altura de nuestras circunstancias citar uno de los cometidos atribuidos por el manifiesto de la Unesco de 1994 a las bibliotecas públicas, aquel que habla de crear y consolidar hábitos de lectura en niños y jóvenes, así como el estimular la creatividad y la imaginación. Todo ello nos lleva a pensar en la importancia de apostar por la configuración de espacios que trasciendan más allá de efímeras contemplaciones estéticas de infraestructuras. Según creo, el ejercicio de la ciudadanía crítica exige ir a más, lo que implica un perenne llamado a auditar y demandar el uso óptimo de los recursos públicos; a la par que se esculpe nuestro más sensible sentido de bienestar urbano. Por tanto, entiendo que la apertura de este gran espacio debe ir acompañada del diseño de toda una estrategia de desarrollo endógeno; aquella que permita a esta sección de la ciudad sentirse integrada a ella y avanzar potenciando las bondades internas de la comunidad local. Debería ser una apuesta sustentable y sostenible en el tiempo, tomando en cuenta que el gran distrito sur de la urbe omeya se encuentra ávido de eficaces políticas de éxito escolar e incentivo a la lectura, creación de empleo, lucha contra diversas cepas de violencia, etcétera. En definitiva, es urgente y necesaria la puesta en marcha de toda una ecuación capaz de contrarrestar la erosión que han generado males muy enraizados en el entorno colindante a la nueva casa de Alejandría; me refiero a los altos índices de violencia, fracaso y abandono escolar, desempleo, precariedad laboral, deterioro del mobiliario urbano y pobreza extrema en general, esta última muy evidente en diversos puntos. De manera que el dibujo de fórmulas de igualdad tiene que trazarse sobre potentes apuestas apoyadas en la educación y la cultura como palancas generadoras de profundos cambios significativos.

Ciertamente, este gran binomio educación-cultura se encuentra en la raíz de muchos de los asuntos citados, puesto que su trascendencia radica no solo en la capacidad de generar y transmitir conocimientos sino en educar. Educar es ante todo formar personalidades, constituir a los sujetos éticos y políticos que habrán de razonar todo un orden moral y cultural en el que los conocimientos adquieren sentido y pertinencia. Educar es forjar seres humanos libres, respetuosos, sensibles, empáticos, autónomos, críticos y creativos, comprometidos con la comunidad en la cual están inmersos. El nuevo aforo debe ser un espacio multicultural de paz y encuentro continuo con el arte, y obviamente una atalaya constante que sintonice siempre reminiscencias a esa gran asignatura pendiente del feminismo como principio de igualdad de derechos de la mujer y el hombre.

En definitiva, desde la primavera del 2015 la zona sur espera por la inauguración de este complejo. Otro verano más sin el centro bibliotecario, hablamos de la zona urbana más castigada estadísticamente por el fracaso escolar y la pobreza; como dice la canción ¿A quién le importa?. Esperemos que la tardanza de funcionamiento no esté hipotecada al oportunismo político de aproximar la inauguración a fechas de campaña electoral; recordemos que la Administración servirá con objetividad los intereses generales. De momento, vuelven los tradicionales refritos pre-electorales: el clásico del aeropuerto, el desempolvo de las maquetas de transporte masivo, las ayudas cuatrienalmente fugaces al estilo piñata, las autovías que resucitan, las promesas del pleno empleo cordobés, ciertamente temas todos muy importantes para que algunos laboratorios políticos los usen como meros cebos capta votantes. Y digo yo al son del electro latino ¿y la biblio, pa cuándo? H

* Profesor