Cerca de San Basilio y del Kremlin, nuestros jinetes y caballos enseñorean su belleza. Ante una pequeña incitación del jinete, hacen arrancadas y lanzadas tras en sus ijares clavarse la espuela o la vara. Cuando el aguijón de la espuela roza el ijar del pura sangre español, este responde generosamente al impulso recibido. Vara y espuela no es otra cosa que incitación a la que el caballo responde pausadamente en las domas clásica y vaquera y como un disparo en sus arrancadas. La pujanza vital del pura sangre nos da una idea estética de la vida en plena Plaza Roja, en la que Córdoba Ecuestre exhibe las artes afines a la doma como el folklore, ahora muy cercano, o la corrida de caballos con sortija, ahora tan lejana.

Allí han demostrado su destreza nuestros jinetes tanto en las domas como a garrocha y a riendas sobre unos caballos que deberían llevar en su hierro la R de real y la C coronada de Córdoba. La domas vaquera y clásica son imagen de la vida pujante de estos caballos, de sus inquietos ojos, y de las venas de estos caballos de raza. Sus patas son resortes elásticos que se convierten a veces en brincos.

Córdoba Ecuestre ha llevado a Moscú el esfuerzo y el empeño de pasear a Córdoba por un espacio admirador del caballo de los cosacos, tan diferente del caballo pura raza español.

José Javier Rodríguez Alcaide

Córdoba