El amor tal como lo plantea Carmen Calvo, nuestra flamante vicepresidenta del Gobierno, será muy burocrático. El hombre le dirá a la mujer: «¿Me quieres?». «Sí», responderá ella. «¿Quieres hacer el amor?». «Sí, amor mío». «¿Estás segura?». «Sí». «Pues firma este documento». ¡Los abogados se van a forrar siendo testigos de confirmaciones y autorizaciones en cuanto a tocamientos mutuos y otras virtudes del sexo. Esto se complica.

Miren lo que han descubierto los científicos, ya hace tiempo, y que seguro no sabe mi paisana Carmen Calvo. Hacer el amor diariamente o al menos 21 días al mes es una de las grandes fuentes de salud. ¿Por qué? Porque la naturaleza, cuando se tiene un orgasmo interpreta que se hace para la reproducción y automáticamente envía olas de placer a la pareja para recompensarla, pero eso no es todo, con el sexo diario se consigue un corazón más sano --palabras textuales de mi amigo el doctor Pablo Huerta-- y hay menos riesgo de enfermedades cardiovasculares, y esto se consigue porque la testosterona es una hormona protectora del músculo cardiaco y dichas relaciones son un ejercicio físico muy saludable. Por ejemplo, posee un efecto analgésico: la oxitocina y las endorfinas liberadas durante el acto sexual tienen un buen efecto para los dolores de espalda y los articulares. Estimula el sistema inmunológico, con incremento de producción de anticuerpos. El cerebro se hace más activo y joven. Las personas mayores sexualmente activas tienen menos posibilidades de desarrollar demencia. El amor también nos premia con un sistema nervioso equilibrado y con menos cáncer. El cáncer de próstata disminuye notablemente. Si se eyacula 21 veces al mes dicho riesgo se reduce aún más.

El acto amoroso fortalece en las mujeres el suelo pélvico. Se producen mejores partos y una calidad en la vivencia de la menopausia, etc. Y ahora resulta que vamos a necesitar un permiso diario. ¿Y si la pareja se enfada porque te cabreas con la suegra y tu pareja te acusa de violación matrimonial en venganza? A la cárcel «por insultar a mi madre». Hay que respetarse pero hay que ponerse de acuerdo para hacerlo casi a diario y si es necesario y apetece, dos veces al día. Ya no valen los dolores de cabeza y esas excusas viles de uno u otro. Ya se acabaron los 2000 años de penalidades judeocristianas. ¡Señores, amigos todos, poetas y no poetas, hagan el amor para vivir hasta los cien! Cabrearemos a los ministros de Hacienda y de Seguridad Social porque no tendrán dinero para las pensiones. Esto se pone feo. Huyamos de España, a países en que la gente sea respetuosa con el otro (o la otra, incorrección estúpida, porque si digo el otro, también me refiero a la otra), pero hágase el amor 21 veces al mes. También vale la masturbación para el solitario (o la solitaria) porque ya-no-es-pecado. Dios dijo: creced y multiplicaos, pero para eso hay que hacerlo muchas veces y hay que respetar a los que lo hacen sin intención de multiplicarse, sólo por el placer de hacerlo.

Y un detalle sobre los epicenos. Si digo «criatura», ¿me refiero a un niño o a una niña? ¿Y si digo cachorro? ¿Es sólo un perrito macho o puede ser una perrita hembra? No nos disloquemos, respetemos la lengua española y que los políticos se preocupen de paliar el paro y se dejen de gilipolleces. Somos feministas, tranquilos, respetamos a nuestras compañeras, pero si digo en un discurso «compañeros/as» es que soy un analfabeto integral. Cuídense, amigos representantes del pueblo, cuiden de la caja de las pensiones, no despilfarren en Defensa porque lo indiquen los gringos y sí apuesten por cultura y por los asuntos sociales. Cóbrenle más impuestos a los ricos y cuiden de la clase baja y media. Sean de izquierdas, por favor, pero las tonterías son para personas sin luces y ustedes tienen bastantes.

* Escritor y periodista