La candidatura de la ciudad califal de Medina Azahara para su reconocimiento como Patrimonio Mundial por la Unesco viene avalada por una trayectoria conocida por quienes en estos últimos tiempos se han acercado al conjunto arqueológico con distintos intereses y desde diferentes niveles de formación e información. Esta candidatura ha necesitado un arduo trabajo para su presentación y, sobre todo, ha necesitado el esfuerzo de numerosas personas desde aproximadamente 1911, cuando Ricardo Velázquez Bosco inicia su excavación sistemática. Sin los directores de Medina Azahara y sus equipos de trabajo, sin el apoyo de diferentes administraciones públicas o alguna institución privada llegar hasta aquí hubiera sido imposible. En los últimos meses, la implicación de colectivos sociales y de la ciudadanía ha sido, igualmente, un importante apoyo.

No es mi intención relatar la historia de la ciudad califal desde su fundación en 936 por Abderramán III y su progresivo abandono entre 1010 y 1013 aproximadamente, tras la guerra surgida a la muerte de Almanzor. Una corta vida para uno de los conjuntos arqueológicos más importantes de Europa, fundamental para el conocimiento de la arquitectura califal, sus elementos ornamentales y los bienes muebles conservados además de en la propia ciudad, en el Museo Arqueológico de Córdoba, la Colección Romero de Torres del Museo de Bellas Artes de Córdoba, el Museo Arqueológico Nacional, los Museos Victoria & Albert en Londres, Islámico de Berlín, del Louvre y de Cluny en París, Metropolitan Museum en Nueva York o de Arte Islámico de Doha en Qatar. Su conocimiento llega también por las fuentes escritas que aportan una información crucial sobre qué significó la ciudad para el califato de Occidente.

Para Córdoba no es novedad tener parte de su rico patrimonio inscrito en esta lista de la Unesco. En 1984 la Mezquita Catedral recibió un reconocimiento ampliado en 1994 a parte de su centro histórico, mientras que en 2012 el reconocimiento llegaría a sus singulares patios, en la categoría de patrimonio cultural inmaterial bajo la denominación de Fiesta de los Patios de Córdoba. Decisivo para este proceso ha sido el positivo informe del Consejo Internacional de Monumentos y Sitios (Icomos), describiendo los valores de Medina Azahara para ser reconocida por la Unesco en su 42º conferencia que estos días se celebra en Manama, capital de Baréin. Informe que parte de la exhaustiva visita, en septiembre de 2017, del evaluador de la Unesco Atillio Petruccioli, quien atendió a expertos en materias relacionadas con Medina Azahara y a colectivos sociales que expusieron la situación actual del conjunto palatino, con sus luces y sombras, sus fortalezas y debilidades, que también las tiene y sobre las que hay que llevar a cabo un esfuerzo colectivo para superarlas.

Pero Medina Azahara es mucho más. Es un lugar privilegiado para la conservación, exposición, investigación y difusión de un patrimonio que los omeyas del siglo X llegados desde Siria dejaron en al-Andalus, por eso tenemos tantas cosas en común, tantos lugares con los que aún nos identificamos. Paseas por ciudades sirias, te acercas a algunas de sus tradiciones y vienen a la memoria, rincones y tradiciones andaluzas legadas por aquella dinastía omeya compartida.

Mi conocimiento sobre el conjunto arqueológico surge hace décadas, a mi llegada a Córdoba como profesora universitaria y después como directora del Museo de Bellas Artes. En 1994 publicamos el facsímil de los cuadernos de dibujos de Mateo Inurria que incluyen interesantísimos dibujos de Medina Azahara a raíz de su colaboración con Velázquez Bosco. En 2009, coincidiendo con la inauguración del Museo de Medina Azahara realizamos la exposición La memoria de Madinat al-Zahra en el Museo de Bellas Artes: Rafael Romero Barros, Ricardo Velázquez Bosco, Mateo Inurria Lainosa y Enrique Romero de Torres, personalidades especialmente relacionadas con el museo y con la ciudad califal, llevando a cabo importantes trabajos que han dejado un rico conjunto de documentación, fotografías o elementos ornamentales para un mejor conocimiento de su patrimonio. Vinculación acentuada en los últimos años con mi activa participación en la Asociación Amigos de Medina Azahara, «un colectivo ciudadano que nació con la voluntad de propiciar una mirada sobre el Conjunto Arqueológico a partir de una apuesta por la contemporaneidad y por establecer cauces de diálogo entre pasado, presente y futuro».

* Directora del Museo de Bellas Artes de Córdoba (1981-2012), Asociación Amigos de Medina Azahara, Academia Andaluza de la Historia, Comisión de Bienes Muebles Consejería de Cultura Junta de Andalucía