Pablo Iglesias e Irene Montero no supieron valorar los efectos políticos de la compra de un chalet de 600.000 euros en Galapagar. Ambos, tampoco han valorado de forma adecuada la tesitura en la que han puesto a su partido político, pidiendo que se valide su decisión personal a través de una consulta a las bases. En esta consulta Iglesias lanza un mensaje a la militancia de Podemos: «O yo con mis circunstancias o sin mí». Pero este es un dilema que nunca aceptaría como militante puesto que es una decisión personal que incumbe solo a ellos dos.

Lo que le está ocurriendo a Iglesias es propio de quien ha ido predicando aquello en lo que no cree. Si Iglesias no hubiera denostado y deshonrado a quienes gastan su dinero en chalets, áticos o cochazos, nadie podría criticarlo porque todos tenemos derecho a gastarnos nuestro dinero, «ganado de forma honrada», como nos parezca.

La validación por parte de las bases de su decisión personal no le va a salvar del debilitamiento político como posible candidato de Podemos. No dudo que ganará en la consulta convocada, pero la puesta en duda de su coherencia será muy importante cuando su organización tenga que decidir si es o no el mejor candidato. Con una tormenta de tal calado dudo que Pablo Iglesias sea apoyado en su momento por las bases como mejor candidato a la Presidencia del Gobierno de España, porque su incoherencia es tan indignante como la realidad que han tenido que soportar y soportan gran parte de la población española.

Iglesias construyó un discurso político para captar el apoyo de los indignados de una profunda crisis económica aprovechando su dramática realidad y ahora se le vuelve en contra como un búmeran. Su vida parece que se aleja bastante de aquello que viene predicando. La coherencia o mejor dicho la «falta de coherencia» entre lo que se predica y se hace es otra vez la clave de este nuevo escándalo en la política española como pasó con los másteres. Iglesias ha dejado de ser fiable para muchos que le apoyaron y por tanto no creo que pueda captar la confianza que requiere un candidato a la Presidencia del Gobierno. No somos perfectos, ni ejemplares pero debemos ser coherentes con lo que defendemos desde el ámbito público.

* Diputado socialista por Córdoba