Se cumplen 174 años de la fundación del Cuerpo de la Guardia Civil. Y he querido, a través de este medio de comunicación, dejar fluir mis sentimientos para exaltar tanto las egregias cualidades de este cuerpo policial como la ingente labor de servicio que realiza a la sociedad española, que, desde los albores de su ya larga historia, ha sabido mantener enhiesta la bandera de los más altos valores del espíritu infundido por su fundador, que les inculcó los primeros compases de la complicada partitura del orden público para que, por siempre, nos demostrasen en el día a día sus virtudes acrisoladas y su enorme valía.

Desde el principio de su historia, el frenético proceso evolutivo de la sociedad ha conllevado la constante aparición de nuevas amenazas criminales, así como la transformación de las ya existentes. Consecuentemente, en el contexto en el que se va fraguando este cambio de paradigma, los componentes de este cuerpo han tenido que adaptarse y prepararse para establecerse como una de las principales herramientas del Estado en conjunción con sus sistemas punitivos, para afrontar eficazmente estas amenazas y doblegar a aquellos, como les llamaba el eminente criminólogo Enrico Ferri, salvajes perdidos en nuestra civilización. Sin olvidar nunca que sus raíces están sustentadas en el honor que llevan como su principal divisa, en la disciplina como elemento esencial de todo cuerpo militar, en la fidelidad en el deber para desempeñar sus funciones con dignidad, prudencia y firmeza, y en su espíritu de sacrificio.

Bajos estas consideraciones, servicio tras servicio, la Benemérita institución, se ha ido convirtiendo en un líder carismático, cuyos componentes, desde siempre, son capaces de entregar sus vidas rescatando a personas, en incendios, en inundaciones, de las corrientes de las aguas y de otras calamidades públicas, así como de defendernos de ese problema humano y social que supone la criminalidad que transgrede las leyes que nos hemos dado; y pese a quien pese nos tienen acostumbrados, que siempre están atentos, y muy preparados, para combatir tanto la corrupción, de donde quiera que provenga, como la delincuencia común, la de las bandas organizadas y del fenómeno terrorista que nos pueda afectar. A consecuencia de ello, como en años anteriores, el pasado fue el mejor valorado por la opinión pública.

Así, desde su fundación, es la Guardia Civil. Quien no la conozca de esa manera, jamás puede decir que la conoce. Su fundador, Francisco Javier Girón y Ezpeleta Las Casas y Enrile, segundo duque de Ahumada y marqués de Las Amarillas, el 13 de mayo de 1844, les impuso en su Cartilla: «Nunca deberéis ser temidos sino de los malhechores, ni temibles sino de los enemigos del orden».H

* Magister Universitario en Criminología.