Vaya por delante que hay honrosas excepciones a lo que voy a comentar en este artículo.

El caso caso Cifuentes abre la caja de Pandora de la prevaricación académica. Llevo media vida denunciando las ventajas de los «hijos de», y últimamente de los políticos, en la Universidad española. Conozco muchos catedráticos y me consta que son pocos los que no han prevaricado nunca o los que nunca han pedido a sus compañeros que prevariquen en favor de sus hijos haciéndoles un flaco favor a los mismos.

La repetición a lo largo del tiempo de esta aberración académica ha conseguido que el colectivo universitario lo considere normal pero una adulteración de las calificaciones no es normal en ningún caso por más veces que se repita. Llevo media vida denunciando la prevaricación académica que fue objeto de mi artículo Rebelión en las aulas, publicado en el Diario Córdoba el 8 de enero de 2010.

Los alumnos cuyos apellidos no coinciden con los de los profesores han competido en desventaja en la Universidad española sin poder hacer nada por temor a represalias. El abuso llega a la provocación cuando se le otorga un Premio Extraordinario Fin de Carrera a alumnos que han obtenido todas sus calificaciones de forma fraudulenta sabiéndolo todos sus compañeros y esto no es excepcional.

El acceso a las cátedras ha pasado de ser una oposición de más de 200 temas a un nombramiento digital de un candidato consensuado al que se le permite elegir un tema para defenderlo. Resulta evidente que los catedráticos de los 50, 60 y 70 se sabían los programas de su asignatura mejor que los actuales. Como muestra un botón: uno de los profesores que lidera la enseñanza de la Radiología en Málaga no ejerce como radiólogo. No alcanzo a comprender cómo puede enseñar un oficio alguien que no lo ejerce. Este caso no es infrecuente. 30 años atrás a mí me dio Radiología en Córdoba una profesora que no era radióloga. Las oposiciones actuales se siguen revistiendo del boato de las del tardofranquismo pero ahora todo es de atrezzo; cuando el presidente del Tribunal pide protocolariamente al público que se retire para que el Tribunal delibere, todo el mundo sabe que el único candidato obtendrá la plaza, ¿quién si no? Una vergüenza.

Debemos ser autocríticos con lo que hemos hecho en cuarenta años de democracia. España es un país donde ha proliferado la corrupción y es un error atribuirle la exclusiva de esta a los políticos.

En los dos sectores en los que me he formado y he trabajado, la Educación y la Sanidad, he conocido la corrupción. Podemos seguir engañándonos pero la realidad es que España necesita desprenderse de la mitad de sus políticos y curarse del cáncer de la corrupción porque solo sin esas lacras podremos aspirar a pertenecer, no antes de 50 años, al primer mundo del que tan lejos estamos.

* Médico