La mayoría de las incidencias de conducta de los menores no responden a problemas de salud mental, pero el 60% de los casos que las familias llevan a consulta al observar de manera reiterada comportamientos o actitudes preocupantes son reales. Por fortuna, la mayoría son leves. En el 2017 Salud Mental ha atendido en Córdoba mil nuevos casos de menores, integrados en las 12.000 consultas en las que destacan problemas de discapacidad intelectual y trastornos por déficit de atención e hiperactividad. Y, como dolorosa tendencia en crecimiento, la anorexia y bulimia en niñas cada vez más pequeñas. La cuestión es delicada. Por una parte, no es conveniente abusar del diagnóstico en niños que aún están formándose. Por otra, el diagnóstico precoz permite actuar para evitar que la enfermedad se cronifique. En la capacidad de discernimiento de los padres y de los médicos de atención primaria residirá en gran parte el acierto al abordar problemas que pueder ser o no ser de salud mental, aumentados por cuadros depresivos en menores que sufren en sus casas las consecuencias de la crisis económica, de ambientes de tristeza y estrés que les afectan. Finalmente, hay una edad, entre los 16 y los 18 años, en los que según denuncia la asociación Asaenec, no hay atención pública específica, por lo que algunos casos están siendo atendidos por esta organización en el marco del programa Pigmalión, financiado por la Obra Social La Caixa. Como en todo lo que se refiere a la salud, se precisan más recursos para abordar el problema, y es clave que a los afectados se les facilite orientación, pues muchos de ellos no saben a quién acudir.