Nadie debería ser considerado culpable de algo y acreedor de reproche social mientras quede una duda razonable de que fuera responsable de lo que se le acusa. Tras estudiar toda la documentación a la que he tenido acceso yo creo que no hay pruebas concluyentes de que Cañero fuera un dirigente franquista, y menos un genocida, sino que más bien dada su popularidad fue usado por los golpistas de 1936 durante los primeros días para organizar el conocido como Escuadrón Cañero de caballería para "efectuar la limpieza de la sierra y levantar la moral de la población civil desfilando" y luego dicho escuadrón siguió existiendo pero sin Cañero aunque este continuó en él virtualmente en la prensa de la zona rebelde. Por el lado republicano también se construyó un mito casi literario de él como señorito, terrateniente y represor al que incluso opusieron un guerrillero de papel.

Soy un defensor activo de la necesidad de recuperar la memoria democrática de España, y estoy convencido de que eso solo es posible si restauramos la dignidad de los que fueron asesinados criminalmente tras el golpe militar del 18 de julio de 1936, usando sólo la verdad y la ley democrática para hacer justicia, porque de otra forma no seríamos tan diferentes de sus victimarios. Para ello es necesario en primer lugar, y de una vez, recuperar todos los cadáveres irregularmente enterrados en fosas mediante una exhumación realizada con todas las garantías y proceder a su identificación, entregándolos a los familiares cuando sea posible, para que así tengan el entierro que merecen los que para mí son en su inmensa mayoría precursores de las libertades que hoy disfrutamos. Por eso me alegro que ese punto esté suficientemente claro para el Ayuntamiento de Córdoba, porque ya es hora y porque en pocos sitios como en nuestra ciudad los criminales golpistas se emplearon con tanta saña realizando, a mi juicio, un auténtico genocicio contra los ciudadanos de ideas republicanas y de izquierdas que literalmente fueron diezmados.

De acuerdo con la ley

Por eso me alegró que al fin, tras treinta años de democracia, se establecieran leyes para hacer esto posible. Siempre he deplorado la lentitud con la que se está procediendo y la ceguera de los gobiernos que lo entorpecen. La publicación de la Ley 2/2017 de Memoria Histórica y Democrática de Andalucía fijó unos plazos finales y definió las actuaciones que obligatoriamente hay que hacer por parte de nuestro Ayuntamiento de Córdoba con las que estoy completamente de acuerdo. Las leyes democráticas hay que cumplirlas y los que no estén de acuerdo, que las cambien democráticamente.

Sobre la historia considero como el gran historiador Américo Castro que: “las visiones e interpretaciones del pasado humano dependen de las ideas y prejuicios de quienes lo contemplan” y por ello, en este tema tan controvertido, aporto también mi visión personal por si a alguien le interesa. Por razones particulares, desde hace cinco años investigo con criterios científicos la historia familiar en su más amplio sentido, aunque obviamente no soy historiador profesional. Recientemente he descubierto que un tío abuelo mío fue fusilado por ser un sindicalista “rojo” y está posiblemente enterrado en una de las fosas que en Córdoba hay que descubrir, por otro lado y como es conocido soy biznieto de Guerrita, por lo que decidí hace unas semanas dedicar un poco de tiempo al estudio del caso de Antonio Cañero para lo que, además de documentarme en los libros, he revisado 3.788 noticias publicadas entre 1900 y 1952 en las que se habla de él, y me permite afirmar algunos hechos:

-Cañero adquirió mucha notoriedad como “derechista” al encabezar a caballo la delegación cordobesa en el desfile patriótico que tuvo lugar en Madrid el 13 de septiembre de 1928 para conmemorar los 5 años de la dictadura de Primo de Rivera. También estuvo en la presidencia del almuerzo homenaje que se le da en Córdoba a José Cruz-Conde el 10 de noviembre de 1930, que sirvió para lanzar la candidatura de este por Unión Monárquica.

-Cañero parece hoy muy “derechista” porque es conocido que visitó al golpista Sanjurjo en la cárcel de Cádiz el 23 de abril de 1934. Lo que no se dice es que Sanjurjo estaba a punto de ser liberado por una amnistía decretada ya entonces por el gobierno de la República y pendiente de firma del presidente y que a diario era visitado por el gran torero Ignacio Sánchez Mejías, sí, el amigo de la generación del 27 y gran amigo de Federico García Lorca, y también, por lo que se ve, muy amigo del golpista Sanjurjo. Pues bien, parece claro que Cañero acaba visitando a Sanjurjo no porque vaya a Cádiz a eso como otros centenares de “derechistas”, sino porque estaba en tránsito para embarcar el 24 para Las Palmas de Gran Canaria a la que llega el 27 de abril para participar en una corrida allí el 29, así que con toda probabilidad acompaña con naturalidad a su amigo Ignacio a la cárcel que, por lo que se ve, en esos días, era una feria.

-Cañero, por lo que sabemos, en julio de 1936 era un “derechista” sin carnet que ya tiene 51 años y siete meses, una edad considerable para la época, y no consta en ningún lado que interviniera en la organización del golpe de estado, en cuya trama civil previa en Córdoba hubo casi dos centenares de “derechistas”, auspiciados por Cruz-Conde y otros; o no se lo dijeron, o no quiso sumarse. Efectivamente colabora con los sublevados inmediatamente, como miles de cordobeses. Cañero, además de “derechista” y famoso, era militar profesional en excedencia, y poco futuro hubiera tenido en la Córdoba de esos días si no se hubiera puesto a disposición de las autoridades, militares, por supuesto. Muchos “derechistas” republicanos cordobeses tuvieron que hacer lo mismo para sobrevivir.

-Está claro que el genocida Queipo de Llano vió la ocasión de formar en Córdoba una unidad parecida a la que tenía en Sevilla su “amigo” “El Algabeño” y de hecho envía material para esa columna el día 24 de julio y, efectivamente, la confusión está servida, porque su creación fue a imagen y semejanza de la comandada por el Algabeño en Sevilla, esta sí criminal, pues este torero había sido encarcelado por intervenir en el asesinato de 4 trabajadores en 1931, nada que ver con Cañero al que no se le conoce ninguna chulería ni “matonada”. El Algabeño era falangista exaltado y mucho más joven que Cañero, pues solo tenía 34 años y no hay ninguna prueba en la prensa de que Cañero fuera su amigo, más bien eran competidoresEl Algabeño. Cañero era un famoso de la época, pero no hay ninguna prueba de que organizara nada “paramilitar” por su cuenta como El Algabeño, lo que sabemos oficialmente por su expediente militar es que organizó el luego llamado “Escuadrón Cañero” el día 24 de julio “por orden de la superioridad” y que lo mandó solo durante 4 días, pues está claro que a partir del 28 de julio el capitán de caballería Lázaro Conde Quijada estaba al mando de lo que fue claramente una unidad más de “voluntarios” de las que se formaron en esos días por los militares que dirigían el golpe en Córdoba.

El mito y los hechos probados

El mito Cañero franquista, a mi juicio, y modestamente algo sé de ello, es un constructo propagandístico realizado por los responsables de “agitación y propaganda” franquistas y republicanos con la ayuda necesaria de la prensa claramente censurada e intervenida, como suele ocurrir en guerra, pero que se sostiene hasta hoy basado en pocos hechos, algunos testimonios normalmente de oídas y mucha literatura de propaganda que en las guerras es un arma más y seguramente una de las más eficaces.

Someramente expondré algunos hechos que prueban, a mi criterio, que este mito fue construido por los franquistas con la inestimable ayuda de los defensores de la República que también entendían de “agitación y propaganda” y si unos buscaron la figura de un famoso, gallardo, patriota, torero, valiente y montado en caballo como el Cid, los defensores de la República lo utilizaron como símbolo de los señoritos, terratenientes, toreros y caballistas que había que derrotar; ambos bandos se leían y escuchaban mutuamente y lo publicado en un lado con un sentido era transformado en lo contrario en el otro lado y lo veremos más claramente siguiendo cronológicamente las referencias periodísticas más conspicuas encontradas:

-Todo empieza al publicarse en la primera página del diario Guión de Córdoba del martes 28 de julio de 1936, curiosamente el día que según la documentación dejó de mandar y formar parte del escuadrón, un Romance de caballista bellamente resaltado que comenzaba: “Allá va Cañero, el caballista, al frente de su escuadrón. Bien plantado en la silla”... para acabar tras unos cuantos desvaríos hiperbólicos con “Y la estampa barroca de jinetes, jacas colinas y sombreros anchos, baja Sierra abajo, escribiendo en la ancha carretera un romance andaluz de caballistas valientes...”, que nos dibuja un Cañero heroico al modo de El Cid, pero que de nada sirvieron a su autor Antonio de la Rosa Cobos para evitar que cerraran el 14 de octubre de 1937 el periódico que dirigía y que lo encarcelaran el 4 de diciembre por posesión de armas.

-En el lado republicano paralelamente va creciendo la hipérbole de Cañero, como nos cuenta el Diario de Almería el 15 de agosto de 1936, cuando se hace eco de lo dicho la noche anterior por el diputado don Antonio de la Villa desde Madrid por Unión Radio: “Por la parte de Córdoba las fuerzas rebeldes están dirigidas por Ciriaco Cascajo y por el rejoneador Antonio Cañero”. Así, mediáticamente, y de un salto, Cañero pasa de señorito rejoneador a dirigente militar golpista.

-En el Jaén republicano el 30 de agosto de 1936 se publica en Venceremos, órgano de las milicias de Jaén una parodia en verso con una cierta gracia pero en el que tilda a Cañero de “Capitán de chulería… escuadrón de asesinos… majadero a cuatro patas… comandante de las ratas”. Estamos en guerra y los enemigos fascistas son... ratas que hay que exterminar, un lenguaje propio de la propaganda en la que se degrada al enemigo a rata o cucaracha para que, deshumanizado, sea más fácil aplastarlo.

-Así describe la prensa republicana las actividades de los escuadrones de caballistas, por ejemplo en La Voz de Madrid, cogen a un bracero, a un pegujalero, a un colono, a un hombre, en sumo, de los que trabajan la tierra de verdad, lo fusilan sin más explicaciones”. Señoritos asesinos sin duda.

-La prensa de Madrid fabrica como réplica un “Cañero republicano”, concretamente La Voz publica el 22 de septiembre de 1936 en su página 4 un reportaje titulado “Los bravos caballistas de la tierra” sobre el escuadrón de caballistas que manda el “comandante Vázquez” en el que hasta “luchan contra los aeroplanos”, lo firma Clemente Cimorra, excelente periodista y luego novelista en el exilio argentino, desde el Sector del Muriano el 20 de septiembre de 1936.

-Para terminar de consolidar el mito del Cañero señorito asesino en lo que se había empleado a fondo la prensa del lado republicano, la reputada revista El Mono Azul, cuya dirección lleva Rafael Alberti, publica otro romance “Traición y muerte del señorito Cañero” el jueves 8 de octubre de 1936 en su número 8, dónde podemos leer: “Trae cien caballos montados de Sevilla, el “caballero”. Cien señoritos juerguistas para luchas contra el pueblo. Chatarra de los colmados- “cantaores”, “ganaeros”, extoreros, pederastas, gitanos, curas, flamencos, latifundistas ladrones, “macarras”...-, todo el desecho de la Sevilla castiza...” firmado por el excelente poeta Ernesto López-Parra y que concentra en un Cañero, falsamente muerto, todo el odio que tienen a los señoritos andaluces, a los toreros y hasta a los pobres flamencos y gitanos en un racismo impropio de un escritor mesurado.

-Construido el mito de Cañero, este echa a andar con éxito sobre todo en el lado republicano dirigiendo hacia él todo el odio que las clases populares tenían contra los señoritos y explotadores y, por qué no decirlo también, por el desprecio de muchos al mundo de los toros que asimilan a la España monárquica y de los terratenientes opuestos a la reforma agraria.

-El 1 de enero de 1937 es enterrado El Algabeño. Ya solo quedaba él para encarnar el mito del señorito, caballista y asesino de campesinos que convenía a la propaganda.

-El mito se mantiene vivo en la prensa y seguramente en la radio el resto de la guerra en las publicaciones de la prensa franquista entrecomillando palabras en distintos reportajes como si las hubiera dicho Cañero: “En Córdoba donde me sorprendió el Alzamiento. Monté en mi jaca y conmigo vinieron otros jinetes que formamos un escuadrón que corrió a los pueblos para salvarlos de las garras rojas. / Cuando el general Varela -dos laureadas en el pecho- se hizo cargo del mando de aquel Ejército corrimos a su lado y voluntarios de la Caballería española seguimos con él la marcha triunfal hasta las puertas de Madrid”. Creo que no es legítimo utilizar estos textos como expresión del reconocimiento explícito de algo y como prueba contra él de las acciones del “escuadrón Cañero”, porque ello, a mi juicio, es desconocer lo que ha sido siempre la manipulación informativa en tiempo de guerra, donde sabemos que “la primera víctima de las guerras es la verdad”. Prueba de que ese reportaje sin firmar estaba producido por el aparato de propaganda franquista de “Burgos” es que esas mismas palabras en forma de “entrevista” se publicaron más de un año después de los “hechos” en la prensa del lado franquista desde noviembre de 1937 hasta marzo de 1938 en al menos otros 4 periódicos que he encontrado y en consecuencia no prueban absolutamente nada, salvo el hecho de que Cañero fue utilizado por la maquinaria de propaganda franquista.

-Ya acabada la guerra, el periodista, y sobre todo novelista, Clemente Cimorra ve publicado en España Democrática el 31 de enero de 1940 el relato Romance y muerte de Vázquez, el guerrillero cordobés que o es ficción pura escrita a posteriori o entre septiembre y diciembre de 1936 sin que fuera publicado, pues menciona a la fotógrafa Gerda Taro que estuvo por la Sierra entre esas fechas en varias ocasiones y donde el escritor, que fue corresponsal de guerra, pudo coincidir con ellos. En este relato “mata” al personaje antagonista de Cañero que él mismo había creado en septiembre de 1936 y pone fin a las publicaciones que sobre el mito he encontrado en la prensa. Posiblemente el “guerrillero Vázquez” es una mezcla literaria del real comandante Enrique Vázquez Expósito que mandaba con gran profesionalidad por el norte de la provincia de Córdoba el Batallón Garcet y que fue hecho prisionero en El Carpio y fusilado el 22 de diciembre de 1936, y hasta donde sé, ni era guerrillero, ni montaba a caballo, solamente era un militar profesional republicano muy competente. Me llama poderosamente la atención el texto cuando dice: “El jefe de aquella tropa teatral de caballistas es el rejoneador Don Antonio Cañero… que solía gritar: “Vamo a rejonear a eso gañane que se yaman guerriyeros” y los gañanes por su parte, solían decir: “Vamos a poner jierro a ese asaúra”... Vázquez no negó nunca que Cañero fuera un hombre bravo, ni Cañero negó que Vázquez lo fuera. Pero el uno respecto del otro solo hacían esta concesión: ”Como montar, er tío monta bien”... Efectivamente, a mi juicio, el mito tiene mucho de teatral creado para servir a los intereses de la propaganda bélica y poco de hechos indiscutibles.

Finalmente, Cañero participó en festivales benéficos a beneficio de la “cruzada” pero ello no dice nada a favor o en contra de su adhesión al golpe, pues era muy común en la época este tipo de actos benéficos y en una naciente dictadura todos estaban obligados a aportar su concurso. También a Lola Flores se la acusó de ser franquista por actuar “gratuitamente” en los festivales que organizaba la esposa del dictador. Tampoco la posesión de la cruz y placa de San Hermenegildo otorgadas en 1944 aportan nada sobre su participación en la guerra civil porque la pertenencia a esta centenaria orden no tiene nada que ver con méritos de guerra ya que a ella pertenecían todos los militares con 35 años de servicio activo contado desde el principio de la academia y de ellos 20 con empleo efectivo como oficial, siempre que no hubieran hecho nada deshonroso, como era el caso de Cañero, de hecho lo normal es que lo pidiera el propio oficial pues están pensionadas.

Yo creo que hay pruebas suficientes para considerar que Cañero era un gran artista del rejoneo, creador de una tauromaquia propia, con preferencias “derechistas” sin ninguna afiliación política; que no participó ni organizó el golpe militar contra la República, aunque inmediatamente como militar excedente se puso a las órdenes de la autoridad militar rebelde que dominaba con extrema crueldad la ciudad de Córdoba; que fue utilizado como banderín de enganche para la organización de una columna volante de caballería a imagen y semejanza de la que el Algabeño con Queipo de Llano habían creado para sembrar el terror en los campos de Sevilla; que como tenía 51 años y nunca había mandado una unidad militar solo la dirigió durante 4 días, pasando luego a servir en distintos estados mayores como oficial de enlace dada su popularidad.

Creo que he demostrado que la propaganda bélica construyó un mito Cañero en la prensa y que no hay pruebas concluyentes de que Cañero hiciera actos indignos o se excediera en el cumplimiento de las órdenes y desde luego mucho menos que podamos catalogarlo como genocida, lo que sería una banalización de un término tan terrible que debemos reservar para los Franco, Queipo, Bruno, Ciriaco, etcétera.

La letra de la ley

Concluyamos, centrándonos en la aplicación de la Ley 2/2017 de Memoria Histórica y Democrática de Andalucía al caso de la eliminación o no de la denominación de la plaza que Cañero tiene a su nombre acudiendo al análisis del texto de su artículo 32 en cuyo apartado 1 dice literalmente que son “Elementos contrarios a la Memoria Histórica y Democrática” :

“La exhibición pública de escudos, insignias, placas y otros objetos o menciones, como el callejero, inscripciones y otros elementos adosados a edificios públicos o situados en la vía pública, realizados en conmemoración, exaltación o enaltecimiento individual o colectivo del golpe militar de 1936 y del franquismo, de sus dirigentes o de las organizaciones que sustentaron al régimen dictatorial, se considera contraria a la Memoria Democrática de Andalucía y a la dignidad de las víctimas.”

Resulta evidente para mi que no es de aplicación al caso que nos ocupa, porque Cañero no fue un dirigente franquista y el nombre de la plaza no fue asignado en conmemoración o enaltecimiento de su participación en el golpe militar o el franquismo, de hecho esa plaza solo tiene ese nombre desde el 12 de enero de 1989 cuando el Pleno municipal lo aprobó por unanimidad a petición de la Asociación de Vecinos San Vicente Ferrer con el argumento inapelable de que “así es conocida por los vecinos del barrio” quitándole el honor al intelectual obispo de Córdoba Manuel Fernández-Conde que no le decía nada a esos mismos vecinos y no creo que nadie se atreva a acusar a dicha Asociación Vecinal y al propio Ayuntamiento de promover la “conmemoración, exaltación y enaltecimiento individual… del golpe militar de 1936 y del franquismo, o de sus dirigentes”.

Es curioso que los diferentes ayuntamientos franquistas no encontraran ocasión para entronizar en el callejero a Cañero como si habían hecho rápidamente con genocidas, como Franco, Varela, Cascajo o Queipo de Llano y este personaje de leyenda tuviera que esperar a 1989 a que lo hiciera un ayuntamiento democrático con mayoría de izquierdas a propuesta de una asociación de vecinos y es que yo creo que Cañero no fue nunca el monstruo que algunos quieren ver sino un artista destacado en lo suyo, de derechas y popular, al menos en la memoria de muchos cordobeses y así debe seguir dando nombre a la plaza principal del barrio que lleva su nombre, si el Ayuntamiento, que nunca actúa injustamente a sabiendas, así lo decide cumpliendo la ley.

* Socialista

(Este artículo es la versión ampliada del publicado el pasado domingo, 11 de febrero del 2018, con el mismo título, en las páginas 2-3 del Suplemento Zoco de Diario CÓRDOBA)