Somos culpables, aquella manzana nos llamó y ahora no nos dejan acercarnos al paraíso de nuestra sociedad, parece que aún las instituciones no nos lo han perdonado. Hay tantas Evas calladas, sumisas, con miedo, luchando por la igualdad o asumiendo los roles impuestos por una sociedad que refleja todo lo que hemos aprendido desde la más tierna infancia.

Así, la institución eclesiástica se ha visto continuamente con el poder de controlarnos, de señalarnos y darnos el papel de pecadoras, el cual durante siglos hemos estado interpretando a la perfección, siendo solo apéndices del hombre, siendo ocultadas de todos los libros de texto esto ha hecho que no tuviésemos referentes. Y aun así, en el siglo XXI cuando parece que la sociedad ha avanzado nos encontramos con el regalo navideño del Obispado de Córdoba donde ofrecía una beca de 2000€ a la universitaria que se quedase embarazada y no abortase, porque por esta cantidad es suficiente para comprar a una mujer y sus decisiones.

Nuestro presidente en su discurso de Fin de Año se dirigió a las víctimas de violencia de género diciendo que los hombres nos tenían que cuidar. Ese verbo es inherente a la mujer desde que empezamos a ir solas a casa de algún familiar durante nuestra infancia por si alguien te ofrece algún caramelo ¡nunca lo cojas!, cuando en la adolescencia te tienen que acompañar a casa porque llevas algo que puede provocar a alguien y eres blanco de que te pase algún caso de los que ocupan horas de televisión sin ahondar en el verdadero problema, cuando la publicidad de las instituciones te da un saco de piedras para que si eres víctima de violencia de género denuncies por tus hijos, porque solo tú eres la responsable de que tus hijos no sufran.

En los últimos días, nuestro presidente se ha dedicado a hablar sobre la brecha salarial entre hombres y mujeres en las empresas, diciendo que ese tema es asunto de las empresas y que el Estado no se puede meter en que haya diferenciación de sueldo si realizas el mismo trabajo, que ahora solo se puede hablar de Puigdemont y de sus famosos mensajes, la igualdad salarial puede esperar sentada.

El mes próximo celebraremos el Día de la Mujer, y el mensaje que desde aquí quiero dejar es que cojáis esa manzana causante de todo mal y que no la muerdas, apriétala y lánzala a esa sociedad y a sus instituciones que piensan que eres inferior, que provocas y que tu cuerpo es pecado, que te vigila si haces una vida libre, que te compra y que te culpabiliza. No habrá manzanas que paren nuestro empoderamiento y nuestra lucha por una igualdad real.

* Politóloga