Como dice Karl Marx la historia social de los hombres es la de su desarrollo individual, tanto si poseen conciencia de ello como si no. Sus relaciones materiales están en la base de todas sus relaciones. Y estas relaciones no son otra cosa que las formas necesarias en que realizan su actividad. Así la conexión entre fuerzas productivas y modo de producción forma la historia de las relaciones sociales de la Humanidad. Marx ha recreado la ciencia de la Historia poniendo de manifiesto los mecanismos que unen el acontecimiento con la dinámica de las estructuras.

El materialismo histórico recupera la totalidad de las significaciones sociales y se constituye como conciencia histórica. La Historia no es un concepto que explica, sino que se explica. La Historia como el estudio de esas relaciones sociales y los cambios sociales que su interacción produce se desarrollan en torno al acontecimiento más o menos duración. El evento se convierte así en un texto de textos y la nueva Historia lo contempla como la matriz que genera el discurso completo. Somos nosotros quienes hacemos la Historia en unas condiciones muy concretas y las relaciones estructurales pueden ser cambiadas por un hecho. Esa dialéctica entre la estructura y el acontecimiento es la coyuntura donde las contradicciones de clase se convierten en motor de la Historia.

La Historia que el franquismo nos contó fue una manipulación del presente prescindiendo del pasado más inmediato, donde el acontecimiento del alzamiento nacional y la posterior contienda tendía solo a apuntalar el orden establecido. Pero la historia de las mentalidades con su apelación al imaginario colectivo ha puesto en cuestión el hecho histórico sucedido para pasarlo por el tamiz de la autenticidad. La ciencia de la Historia trata de poner en pie la certeza de lo ocurrido.

El acontecimiento es para una escuela de historiadores el punto de partida. El hecho empírico no es otra cosa que el acontecimiento, el material con el que se fabrica el relato histórico. Estos hechos se apoyan en hitos como escritos, monumentos, testimonios, etcétera. Y estos elementos simbólicos de la memoria erigen un monumento inmaterial a la posteridad de modo que el recuerdo de las personas que protagonizaron los hechos referidos alcanzan así la condición de inmortales. La relación, el inventario, las cuentas que podamos ajustar con la memoria harán a algunos acordarse, si fueron protagonistas; a otros recordar, si fueron informados; y a otros muchos aprender realidades, ahora explícitas y antes preteridas. Ese es papel que juega la Memoria Histórica. La amnesia del acontecimiento histórico conduce a la fabulación o al olvido en una clara pérdida de la memoria histórica. Ambas perturbaciones, generales o parciales, dan lugar a lagunas selectivas, a confusión mental. Desagraviada así la memoria se constituyen los recuerdos en aval del acontecimiento histórico reivindicado.

El concepto de Memoria Histórica se ha convertido en un elemento de movilización social e intelectual con repercusión historiográfica. Pero el revisionismo o imposición de una versión sesgada está acechando siempre porque en la reconstrucción de la memoria, personal y colectiva, intervienen múltiples factores. En los medios de comunicación donde la ideología reflexiona, será donde se configure y divulgue a la opinión pública. El acontecimiento deviene así en la matriz que genera el discurso completo donde únicamente el sujeto colectivo es el protagonista de la Historia. Para que la sociedad española pueda comprender su Historia será necesario que a ese sujeto colectivo se incorporen los eliminados, sujetos también del evento matriz. Esa relación estructural amputada, fantasma, ha de ser restaurada. En definitiva, hemos de recuperar la memoria, la conciencia. Y no será la erudición sino la paciente exhumación de los recuerdos la que nos lleve a la colección completa del acontecimiento, a la verdad histórica.

Las preguntas de las que los contemporáneos ni siquiera conocen las respuestas darán comienzo a esta recuperación de la memoria histórica. Con ellas podremos reivindicar un pasado que en muchos casos se ha ocultado, trufado, falsificado, silenciado. Y esos rastros no pueden quedar, al azar, al albur de quienes nos adoctrinan. En los muros de esa memoria emergerán decididos los nombres de los protagonistas de aquellos hechos olvidados. Ni murieron en vano, ni morirán para siempre.

* Historiador. Foro Progresista Corduba