Para evitar el olvido, que todo lo destruye como cantaba Gardel, en los museos tenemos la gran responsabilidad de custodiar buena parte de la memoria colectiva, de la memoria social.

El comprender, y no solo conocer, los procesos históricos, nos ayuda a entender nuestra sociedad y a conocernos a nosotros mismos. Por ello, los museos arqueológicos contamos historias, transmitiendo una parte importante de la Historia a través de los restos materiales de sociedades desaparecidas o que se han transformado completamente. Así, lo que recuperamos son «realidades históricas» múltiples y diversas. Y esta acción sobre el pasado y presente tiene que servirnos como sociedad para construir un futuro mejor. «Quien controla el pasado controlará el futuro», así reflejó Orwell esa otra cara de la moneda, la utilización totalitaria del pasado, en su obra 1984.

Pero los museos también tienen historia y forman parte de la construcción histórica. Tal y como los entendemos hoy, surgen casi hace dos siglos con un afán principal: su carácter público y su finalidad de que el patrimonio estuviera al alcance de todos, así como la salvaguarda de objetos de arte para las generaciones futuras. Y sigue siendo su principal misión.

En este año 2017 celebramos el 150 aniversario del Museo Arqueológico de Córdoba, una institución que ha estado ligada siempre de forma activa a la recuperación del patrimonio arqueológico y a su investigación, y sobre todo a un compromiso con su público y con el territorio de Córdoba.

El Museo Arqueológico de Córdoba se ha convertido en estos 150 años en una institución activa y en un centro cultural de primer orden. En la actualidad integra una serie de valores patrimoniales extraordinarios en un mismo espacio del casco histórico de Córdoba: las colecciones (una de sus principales fortalezas) con una continuidad desde la más temprana Prehistoria hasta la época Moderna, destacando su extenso número, su calidad y el carácter único de muchas de las piezas; un gran palacio, muestra singular de la arquitectura civil del siglo XVI; un edificio de ampliación contemporáneo, y un extenso yacimiento arqueológico de más de 2.000 metros cuadrados. Además, un fundamental programa de área de reservas en el Silo de Córdoba, también declarado Bien de Interés Cultural.

El discurso de la institución pone de manifiesto que este centro es muestra única y reflejo del carácter de la propia Córdoba, por su mestizaje y encuentro de culturas. Estos valores, a los que se añaden un fondo bibliográfico y documental de primer orden y un programa de difusión que se dirige de manera diversificada a cada tipo de público, conforman un museo que proyecta visiones diversas y plurales.

La celebración de este 150 aniversario durante 2017 con más de 60 actividades de muy diversa índole, en colaboración, como es habitual, con otras administraciones, instituciones, entidades privadas y asociaciones, ha tenido una gran repercusión en cuanto a participación de público. Las visitas, a falta de cerrar datos de todo el año, han experimentado una subida de más del doble con respecto a 2016, aunque más que los números nos interesa la experiencia y, por qué no, la emoción que cada persona se lleva.

Otra constante de esos 150 años ha sido el especial empeño en conseguir un espacio físico y arquitectónico adecuado a la importancia de este museo. Y en ello seguimos, con un programa de ampliación y reforma a medias, en el que falta desde hace ocho años acometer el proyecto de la exposición permanente en la verdadera sede del museo: el palacio renacentista. Se pasaría de la pequeña exposición temporal que ahora mostramos, a unos 5.000 metros cuadrados de exposición. Pero es necesario acometer el proyecto en su totalidad, no por partes que desvirtuarían la idea, diseño y finalidad que desde 2010 planteamos en conjunto los técnicos del museo, de la Junta de Andalucía y del Ministerio de Cultura en documentos actualmente vigentes: una actuación integral con todos los variados y singulares aspectos arquitectónicos, patrimoniales y arqueológicos que suma este museo. De otra forma, con actuaciones parciales se perderían años de esfuerzo y el propósito de la planificación estratégica definida y medida. Se ha hecho así en otros museos de reciente inauguración, con intervenciones únicas y completas.

Pero en este pequeño relato no podemos soslayar el mayor capital con el que cuenta esta institución ahora, y a lo largo de su historia: el humano. El gran equipo del museo que día a día logra llenarlo de público, la Asociación de Amigos del Museo Arqueológico de Córdoba, los voluntarios culturales, las personas colaboradoras, la Delegación de Cultura, investigadores, etcétera, tejen una realidad constante.

En suma, un museo joven aún, al que le queda mucho mas recorrido, muchos más 150 años.

* Directora del Museo Arqueológico de Córdoba