Al conocer la noticia de su elección como miembro de la Real Academia Española, para ocupar el sillón J vacante desde la muerte del dramaturgo Francisco Nieva, el filólogo experto en la literatura grecorromana Carlos García Gual exclamó: «Solo soy un viejo profesor de griego». Respuesta que honra al profesor, y a mí me dio por pensar en la lucha que mantienen los siete alumnos del instituto Abdera de Adra (Almería) que, desde que comenzó este curso, quieren y no pueden estudiar griego porque no tienen profesor. Y así están a punto de llegar a final de año sin haber podido matricularse ni haber sido atendidas sus quejas y reclamaciones. El Premio Nobel de Física Sheldon Glashow, profesor de física en la Universidad de Harvard, sostenía que «No hay buena ciencia sin conocimiento profundo del alma humana, porque un científico sin cultura humanista hará irremediablemente mala ciencia». En Almería, el padre de una alumna del IES Abdera tal vez no conozca al prestigioso físico pero piensa lo mismo que él, pues, en vistas de que a estas alturas del curso su hija y otros compañeros no han podido cursar la asignatura de griego en el primer curso del bachillerato, ha denunciado ante la Consejería de Educación, que por cierto preside una filóloga, que no se imparta esta disciplina en un centro público. A lo que la consejería ha respondido que tiene tres meses para contestar a los recursos que el padre ha presentado en solitario, pues ni la federación almeriense ni la confederación andaluza de padres van con él en esta lucha porque se cumpla la normativa. El denunciante, que acusa a la institución andaluza de un delito de prevaricación, considera que el problema es de mayor calado que el hecho de que siete alumnos no puedan estudiar las asignaturas que desean para su ulterior formación académica, pues siendo esto grave, él cree que lo peor de todo es el desprecio por las humanidades en el actual sistema educativo público. Este padre ha recurrido ante las instituciones que, entiende, pudieran ayudarle, entre otras la Universidad, la Comisión de Educación del Parlamento de Andalucía, el Consejo Escolar de Andalucía, el Consejo Escolar del Estado, el Ministerio de Educación, la RAE, por supuesto las asociaciones de padres, así como a los diputados de su provincia y ante el propio Congreso, pero hasta la presente ha sido la nada la respuesta. Y yo no quisiera caer en este delito de silenciar una reivindicación legal, justa y noble. Algún día pagaremos con creces este atropello a la razón, pues no puede haber buena ciencia, ni buenos ciudadanos, sin un conocimiento profundo del alma humana.

* Periodista