Las mujeres que vivieron en Europa Central durante los primeros 6.000 años de práctica de la agricultura en el Neolítico tenían los brazos más fuertes que las deportistas de élite de los equipos de remo, lo que sugiere que el trabajo manual de estas fue «un vehículo crucial para las primeras economías agrícolas», según un estudio de Science Advances. Los arqueólogos opinan que estas características se debían a las labores de labranza de los terrenos, recogida de la cosecha y molida del grano durante cinco horas diarias para hacer harina. Al comparar los huesos de los brazos (húmero) y las piernas (tibia) de deportistas se observa que las piernas de las mujeres de hace 7.400 años eran similares a las actuales, pero los brazos hasta un 16% más fuertes.