Más dura será la caída. Ese es el nombre del documento en el que la Fiscalía del Estado ha desgranado las querellas contra el recién destituido Govern catalán y varios diputados. Viendo semejante torpeza, que por supuesto fue jaleada inmediatamente por Puigdemont en Bruselas, no puedo dejar de pensar que, con lo bien que está yendo la aplicación del 155 hasta ahora, solo falta que algún metepatas se cargue lo conseguido por orgullo, por venirse arriba, por «yo los tengo más grandes que tú». Pablo Casado, el vicesecretario de Comunicación del PP, que demuestra a menudo que puedes tener aspecto de niño bueno y alma de matón de patio de colegio, tuvo el otro día otro de esos peligrosos deslices. Vino a decir públicamente que ojito a las regiones que tengan veleidades independentistas, que mira lo que ha pasado en Cataluña y que a ellos no les tiembla la mano para sacar el 155 a pasear. Aviso a navegantes, lo llama. Señor Casado, las demás regiones están de lo más tranquilas. ¿Por qué no lo dejamos así? ¿Es que no sabe que no hay como enseñar un capote para que siempre haya alguien que entre al trapo? En Cataluña, hay paz social (lo más importante); hay unas elecciones democráticas en marcha; el independentismo se pone él solito en ridículo (esa escapada a Bélgica es tan maravillosamente absurda)... ¿Nos lo vamos a cargar pensando que ya hemos ganado, cuando está todo todavía por hacer? Ahora queda convencer, además de (medio) vencer. Si yo fuera Rajoy, empezaría por embridar a los míos.

*Periodista