La pareja ideal. El país perfecto. Dos décadas han bastado para sacudir todo ese paraíso irreal. Ficticio, imaginario, ilusorio, falaz. El de una democracia que creía haber olvidado a los fantasmas del pasado. Cómo iba a hacerlo con sus herederos ocupando las altas instancias. Hace 20 años Iñaki y Cristina eran vitoreados por las calles de Barcelona. Hoy la Ciudad Condal poco aprecio debe de tener por la Casa Real. Esa dinastía borbónica raíz de todos sus males. Falso. Aunque poco o nada les aporten a ellos ni al resto de españoles.

La situación en Cataluña demuestra que por muy bonita que pueda parecer una casa, si no está bien cimentada, un pequeño temporal la pondrá en peligro, más si sus habitantes no la han sabido cuidar. Léase democracia post-78. Es triste que el famoso choque de trenes entre el Gobierno central y la Generalitat catalana se haya producido sin que sus maquinistas hayan hecho nada por evitarlo. Al contrario, pareciera que disfrutan agrandando la brecha. Es preocupante que en las conversaciones sobre Cataluña aparezcan cada vez más ejemplos a evitar: Yugoslavia, Irlanda del Norte... Un escalofrío me recorre al escuchar palabras como unionistas, como si estuviéramos en el Ulster; al escuchar que las guerras de los Balcanes también fueron inesperadas. ¿Es posible identificar en qué momento la disputa política se transforma en conflicto bélico? Difícil.

Aquí tenemos de un lado los adoradores de la estelada, el maná que les librará de unos corruptos para someterlos a otros. De la otra parte a los de la rojigualda, la Corona y esa Constitución sagrada, que aparentemente es la única forma de entender España. Hay una tercera vía que pide el diálogo, el entendimiento, la escucha del uno al otro. Me temo que minoritaria comparada con el resto. Ignorada hasta por el jefe de Estado. Si el único principio de solución sigue siendo obviado, si se continúa jugando con fuego, nos tocará exiliarnos cuando el incendio no tenga remedio. Tal y como hicieron Iñaki y Cristina. Qué injusticia que ellos hayan contribuido a la causa y nosotros seamos los que vayamos a sufrir las consecuencias.

* Periodista