El poder tiene la cara dura de celebrar 40 años de democracia, sabiendo muy bien que aquí no ha habido ni un solo segundo de democracia, puesto que la soberanía está en los partidos políticos, no hay separación de poderes y por consiguiente no hay constitución, ni estado de derecho. El sistema político que padecemos es un régimen oligárquico de partidos estatales que como toda oligarquía de poder, es corrupta por naturaleza propia (a la vista está) y donde el pueblo no pinta nada, como no pintaba en el anterior régimen franquista. ¿Está claro? Ya está bien de mentiras, traiciones y abusos.