La convicción, tan racional como necesaria, de establecer un proceso constituyente que dé por finalizado el régimen borbónico del 78 no puede ser ajena a la simbología y, por ende, al pasado.

La derrota frente a la explotación, el odio, la violencia, frente al fascismo, pero la victoria de las ideas y valores republicanos, de los derechos humanos, de la propia experiencia republicana, a pesar del intento de hacer fracasar la II República, anteriormente para derribarla y actualmente para desprestigiarla, solo trata de ocultar una realidad: la II República fue un éxito. Con errores, que deben ser investigados, estudiados, analizados y divulgados, pero un éxito, por sus aspiraciones y acciones democratizadoras, populares y redistributivas. Por eso la mataron, por eso la campaña reaccionaria de la demonización sistemática, por eso el desconocimiento velado, por eso el ocultamiento de sus datos socioeconómicos, por eso la financiación de «divulgadores» mediáticos y acientíficos, por eso su «olvido» académico y educativo, por eso su persecución (cabe, como ejemplo, la circular que emitió el delegado del Gobierno en la Comunidad Valenciana anunciando acciones judiciales contra los ayuntamientos que izaran la bandera republicana...). Por eso, tenemos la necesidad de revitalizar, normalizar y reivindicar la II República.

Debatible debiera ser, pronostico que así será, el proceso constituyente en sí mismo, así como igual de debatible podría ser cuál será el final del mismo. Ante ello, mi posición sobre el final del mismo se mantiene sobre la única alternativa sostenible y emancipadora como proyecto democrático y popular: la República.

Ante esto, y de forma paralela a la construcción de un proyecto político, social, económico y de mayorías que debe ser la República, debemos recuperar la simbología. Es aquí, frente a las tesis que argumentan que recuperar la bandera tricolor, el 14 de abril como día de la proclamación de la II República, nuestra condena cada 18 de julio al golpe de estado contra la democracia, nuestro recuerdo y homenaje a las y los luchadores por la libertad y contra el fascismo y la verdad, justicia y reparación para las víctimas del genocidio franquista, es una acción melancólica y que asume la cultura de la derrota. Todo lo contrario. Asumimos que la democracia, los derechos humanos y la República son, como valores y proyectos humanistas, éticamente y moralmente superiores. Sin complejos, superiores, y que ante la derrota frente al fascismo (en el caso español, no así en la Francia colaboracionista del régimen de Vichy, la Alemania nacionalsocialista de Adolf Hitler y la Italia fascista de Benito Mussolini) reivindicar, recuperar y promover la simbología de la II República es propugnar la cultura de la victoria que supone, para nuestro país y para la humanidad, la libertad, la igualdad y la fraternidad.

Defender las tesis de la renuncia del simbolismo republicano puede suponer asumir la cultura de la derrota frente al fascismo, que, de forma involuntaria, supone banalizar y legitimar una visión explotadora, antidemocrática y contraria a la igualdad, la libertad y los derechos humanos como es el fascismo. Asumir tal paradigma nos hace partir en nuestro proyecto desde la debilidad ideológica, social y económica, ya que sería abandonar la referencia real e inequívoca para la sociedad, tratando de ocultarla, y, por tanto, aceptando la derrota. Frente a los poderes económicos y a la oligarquía, queremos un proyecto político popular y de la mayoría social, como solo puede ser la República.

Ha pasado el mes de abril, un mes que nos sirve como símbolo, ya destacado y consolidado para el republicanismo español, a través de numerosas organizaciones y colectivos que, año tras año y a lo largo y ancho del país, desarrollan una intensa actividad intelectual, divulgativa y memorialista sobre la II República. El evidente colapso y decadencia del modelo oligárquico y acumulativo del capital, referenciado bajo la monarquía borbónica, necesita de la articulación de un proyecto popular, social y democrático. Un proyecto político, económico y social de país que conlleve la cultura de la victoria de los derechos humanos, de la libertad, de la igualdad y de la fraternidad. Este proyecto posee un símbolo: la República.

* Politólogo. Responsable de Organización Provincial de IULV-CA Córdoba