El tiempo es algo que no se detiene. Ver pasar los días sin darnos cuenta es como estar viendo el fluir de un río, pasa y corre el agua más aprisa de lo que nos gustaría y nunca se detiene. No podemos ir contra corriente, siempre hacia adelante intentando ver el desagüe del río en el mar, pero eso es algo que queda lejos y solo se presupone o con mucho, se vislumbra el futuro final de un delta, en caso que se origine.

Los tiempos políticos presentes se presentan tan complicados como inciertos, sobre todo teniendo en cuenta la idiosincrasia española, incomprensible por otro lado fuera de nuestras fronteras. Somos el país que siempre está intentando destruirse interiormente y sin saber cómo ni por qué, mal que bien salimos a flote, no sin antes dejar por el camino valiosas gemas en detrimento de dar poder y capital a multitud de guijarros y piedras varias lavadas con el sudor de los árboles y arbustos sitos en la ribera de su cauce.

A lo largo de nuestra historia hemos demostrado ser unos fornidos guerreros imponiendo nuestra voluntad y expulsando a cualquier intruso que quisiese imponer sus condiciones y reglas, pero esa época ya pasó. Antes se hacía mediante casamientos de conveniencia y algunos, los menos, por amor, pero sea una cosa u otra, el caso es que siempre se miraba el bien común, la unión de España y el bienestar de sus habitantes. Ahora es diferente, los casamientos son amancebamientos que miran solo por sus intereses en ansias desmedidas de conseguir poder; teniendo en cuenta que se aseguran de por vida unos buenos estipendios, gabelas, bicocas y demás beneficios, no es de extrañar tamaña codicia. Aunque en un momento determinado traten como apestado a algún miembro de su partido, como el caso de P. Sánchez, éste en su afán desmesurado de poder, haciendo un fausto aquelarre en la cuerda floja, ha sabido imponerse a todos los pensadores más o menos consecuentes de su partido y ha logrado su preciado trofeo.

Tenemos la experiencia histórica que las personas que se comportan de modo similar, los súper egos, ejercen un poder revanchista de odio y rencor que entorpece muy mucho las buenas relaciones entre sus semejantes y en el caso de los políticos, si además no se tienen unos conocimientos sólidos, un proyecto ecuánime y constructivo, unos principios de autoridad consensuada (no por imposición autoritaria), una ética en todo sus manifestaciones de actuación y en consecuencia un hacer para todos pensando siempre en el bien común de todos los españoles, nos va a tocar vivir tiempos convulsos si la sociedad en su conjunto no lo remedia.

Indudablemente, en mi opinión, esto se debe al escaso conocimiento plural hegemónico y moral que se imparte en las aulas. Si quieres ver a un país hundido, no le des educación, aborregado se pastorea mejor al rebaño.

* DUE