Si tecleamos youtube en el ordenador podemos admirar el cine de Carl Dreyer (1889-1968) tan ausente en las actuales carteleras. Lo visioné la pasada Semana Santa recordando la superficialidad de las producciones de Hollywood habituales esos días. Cine clásico es Ordet (La palabra), León de Oro en el Festival de Venecia de 1955. Años después la vi en un cine club madrileño pero apenas la recordaba. Película donde lo religioso, con sus luces y sus sombras, se exterioriza en cada plano en blanco y negro, en cada frase y en cada personaje. Los padres adoptivos de Dreyer, daneses, eran estrictos luteranos que le inculcaron sus creencias religiosas. Lo percibimos en Ordet, sobre todo en uno de los personajes, estudiante de teología, que se volvió loco leyendo a Kierkaagard. Él se cree que es Jesucristo. Con sus frases apocalípticas dirigidas a su familia, su padre es pastor luterano, les acusa de no tener fe ante la muerte. «Malditos seáis...». A lo largo de la película, Dreyer se adentra en el misterio de la muerte y en las preocupaciones humanas sobre el amor y la vida. De uno de los personajes que duda dice su esposa Inger: «Tienes a Dios en tu corazón, no te hace falta creer sino ser bueno y tu lo eres». Dreyer muestra en la película --que no recomiendo a los que van al cine para extasiarse ante los efectos especiales-- su animadversión a la intolerancia. Su estilo austero y la desnudez formal en planos largos, enmarcan una Dinamarca rural donde un personaje dice: «Creo que a diario se producen pequeños milagros sin que nos demos cuenta». Ordet es una obra de arte.

* Periodista