En la víspera de Navidad de 1568, los moriscos eligieron como «rey de Granada y Córdoba» a don Hernando de Valor, del linaje de los omeyas, bajo el nombre de Abén Humeya. La rebelión de los moriscos contra la pragmática de 1 de enero de 1567, que había agravado sus condiciones de vida al obligarles a renunciar a muchas de sus costumbres, se extendió por toda Granada y recibieron ayuda del norte de África.

Alarmado por la revuelta, Felipe II decidió nombrar en abril de 1569 a su hermano Juan de Austria como general al mando de todas las tropas reales. Asimismo, para estar más cerca del conflicto, convocó Cortes en Córdoba, a las que acudió personalmente.

Según Kamen (Felipe de España, Madrid, 1997, p. 135), el rey partió de Guadalajara el 9 de febrero de 1570, acompañado de un importante séquito del que formaban parte los archiduques Rodolfo y Ernesto. Fue una visita histórica. La única que Felipe II hizo como rey a las principales ciudades andaluzas. Felipe II llegó a Córdoba el 22 de febrero. Cuenta Parker (Felipe II, Barcelona, 2010, p. 534) que el rey entró en la ciudad a caballo, a paso majestuoso, describiendo círculos sobre su montura para que toda la multitud allí congregada pudiera verle.

A finales del mismo mes de febrero, las Cortes de Castilla se reunieron en una sesión extraordinaria en presencia del rey en la sala capitular de la Catedral. El cronista Cabrera de Córdoba (Historia de Felipe II, Salamanca, 1998, vol. II, p. 550) nos dice que el rey pasó la Semana Santa en San Jerónimo y que en la Pascua oyó misa en la Catedral. De Córdoba partió para Écija, donde recibió al clérigo Luis de Torres enviado por el papa Pío V para proponerle la constitución de la Santa Liga (con Venecia y el papado) contra el turco.

Al tiempo de la visita real, Córdoba tendría una población aproximada de cincuenta mil habitantes y era una de las ciudades más importantes del reino de Castilla. El corregidor de Córdoba, Francisco Zapata de Cisneros, para conmemorar la efeméride, encargó al arquitecto cordobés Hernán Ruiz III la reconstrucción de la Puerta del Puente y éste se inspiró en los arcos de triunfo de la época romana.

Por su parte, don Juan de Austria, tras una dura resistencia inicial, fue haciéndose progresivamente con la situación y tomando el control de las Alpujarras granadinas. Las divisiones entre los moriscos también ayudaron a ello, ya que Abén Humeya fue asesinado por los suyos. El 1 de septiembre de 1570, don Juan decretó la expulsión de los moriscos hacia otras tierras de Castilla, lo que supuso la deportación de miles de personas. El 30 de noviembre, sofocada la rebelión, don Juan dejó Granada. Menos de un año después, el 7 de octubre de 1571, lograría el glorioso triunfo de Lepanto frente a la armada otomana, que fue festejado en Córdoba con la representación de un combate naval en la plaza de la Corredera.

* Abogado