Da vergüenza ver un telediario hoy, indignante, para salir y tomar la calle. De norte a sur, el país está salpicado de casos de corrupción, individuos que abusan de su poder y de sus relaciones para lucrarse a costa del bolsillo de ciudadano. Inversiones públicas que se dejan de hacer, calles sin limpiar, profesores que hay que echar, becas que no se pueden conceder, menos I+D, menos prestaciones sociales. Y así nos va. Parece que aquellos anuncios publicitarios que rezaban "Hacienda somos todos" se refería solo a los españolitos de a pie. Para salir impune de un caso de este tipo solo hace falta haber robado mucho. En este país parece que la corrupción está secretamente admirada y de ahí el clásico "el que puede mete la mano".

Está el caso Campeón, en Galicia, con el agravante de involucrar a un ministro de este país --ya antiguo ministro--. La facilidad con la que supuestamente movía los hilos necesarios para concertar encuentros favorables a familiares es bochornosa. Luego está el yernísimo. Con una ambición desmedida, incluso inhumana, "por ser vos quien sois" el duque de Palma se llenaba los bolsillos con informes que parecían redactados por los infantes. Y todas las demás partes que componen el caso Palma Arena. Menos mal que la Justicia condena a Matas, a ver ahora lo que cumple de condena. También está el mediático caso Malaya. Y ahí está por medio la Gerencia de Urbanismo de Córdoba capitaneada por un corsario que hace del Ayuntamiento su propio bajel. Con un lenguaje soez deja claro que ni paga ni piensa pagar sus multas, que es como decir "soy impune y me da igual la legalidad". Total, su ley será la fuerza y el viento.

Pero la palma de la sinvergonzonería se la lleva la Junta de Andalucía, si es que es verdad que el famoso caso de los ERE irregulares es cierto. E indigna la supuesta conducta cómplice de Trujillo y Guerrero tirando de tarjeta en bares y locales de alterne entre copas y rayas de cocaína. Es pronto para saber si tales irregularidades se llegaron a cometer tal y como reproducimos los medios o se trata de una campaña para desprestigiar al PSOE. Lo cierto es que, con tanta corrupción en España, tampoco es tan difícil de creer que el dinero del contribuyente vaya a parar al narcotráfico. Ahora, tras las elecciones del 25 se rellenarán páginas y espacios mediáticos con reflexiones de toda índole sobre el porqué de la elevada tasa de abstención de los jóvenes. Con estas condiciones es difícil hacer que la juventud se sienta partícipe de un sistema que no le representa. Media vida estudiando por un futuro que nunca se sabe cuándo va a llegar y sin perspectiva de mejora. Solo cabe preguntarse, ¿qué fue del mesiánico 15-M? ¿Incluye la democracia real una justicia ecuánime?

* Periodista