Suelo estar atenta a lo que publica el semanario satírico francés Charlie Hebdo. Últimamente me río mucho con sus chistes sobre Trump. Me gusta cómo atacan a la clase política. Pienso que a los políticos hay que vigilarles y criticarles, cuanto más severamente mejor, y que el humor es un buen modo de hacerlo. El humor es a la vida lo que la levadura a los bizcochos: la esponja y la hace más digerible. Un ingrediente imprescindible. Sin embargo, no todo vale. Últimamente estoy molesta con los dibujantes de Charlie Hebdo. La culpa la tienen dos viñetas recientes.

La primera fue en referencia al accidente del Airbus ruso A-321 en el que murieron, entre otras 224 personas, gran parte de los cantantes del coro del ejército rojo. La revista publicó una viñeta cómica sobre el asunto en la que se veía al avión cayendo en picado junto al bocadillo de un grito prolongado y un lema que decía: «El repertorio de los coros del ejército rojo se amplía».

La segunda ha sido esta misma semana. En la viñeta aparece la muerte, en su habitual iconografía de esqueleto con túnica negra, empuñando dos guadañas y montada sobre esquís, en el momento de deslizarse por una ladera nevada. El lema: «Italia. La nieve ha llegado. Pero no habrá para todos». Un chiste tan macabro como el anterior sobre la avalancha que ha sepultado dramáticamente a 30 personas bajo la estructura de un hotel en Farindola y que estos días nos ha tenido en vilo.

Podemos y debemos reírnos para hacer más soportable la vida, sí, pero ¿de todo?, ¿de cualquiera?, ¿en cualquier momento? ¿No tendrá la risa, como otras cosas, su momento y su finalidad? ¿No es fácil interpretar esa risa tan inoportuna como una agresión?

De hecho, ese dicen que fue el sentido primario de la risa: unir a quienes ríen juntos y excluir a quienes no pueden hacerlo. El tango lo dice (y también el sentido común): «Aprendí que en esta vida hay que llorar si otro llora». Y, sobre todo, ¿tiene alguna finalidad que yo no comprendo reírse de las víctimas?H

* Escritora