Creemos que la historia no avanza y que nunca estamos en el mejor de los mundos. Lo segundo es cierto, pero la historia corre con tanto ímpetu que si miras para el atrás de unos cuantos años te parece como si aquel ayer no lo hayas podido vivir nunca. El miércoles, un día después de San Francisco de Sales, patrón de los periodistas, el comandante militar de Córdoba y Jaén y general jefe de la brigada de infantería Guzmán el Bueno X, Antonio Ruiz Olmos, nos invitó, como ocurre desde hace seis años, a un desayuno en el Casino Militar. Las mujeres militares que asistieron al café, los convenios de la Brigada con la Universidad de Córdoba, la colaboración con la Junta de Andalucía y su buena relación con los medios de comunicación hablan de una milicia que, afortunadamente, ha desechado aquellos comportamientos caqui de cuando hicimos la mili por los que, cuando te parabas a pensar, se te salían las lágrimas; aquel tiempo en que te adoctrinaban la Iglesia y el Ejército, poderes fácticos de entonces, ejerciendo con mano dura para dirigir a los ciudadanos de un país por un camino en el que ellos marcaban la dirección. Por ese ayer en el terreno militar el Ejército ha corrido con tanto ímpetu que su historia de ahora en nada se parece a la de la Transición, cuando algunos mandos castrenses intentaron el 23 de febrero de 1981 un golpe de Estado en el Congreso de los Diputados.

También ha corrido, como con miedo, la historia en estos últimos años en los que la crisis ha abierto una brecha tan desigual en la sociedad que ahora los jóvenes, los autónomos y los parados parece como si no pertenecieran al futuro de España mientra el 1% de las familias más pudientes acumulan el 20,23% del total de la riqueza. El Estado del Bienestar, ese que hemos llegado a conocer desde que abandonamos las cuadras y nos lavamos en cuartos de baño, ha emprendido una huida cruel que se está cebando sobre nuestros hijos, que nacieron con comodidades y dudan de si podrán mantenerlas. Y la historia, afortunadamente, se ha dado prisa en limpiar de los mandos de responsabilidad a gentes como aquellas que hace 40 años mataron a cuatro abogados laboralistas y un sindicalista, de CCOO y el PCE, en el despacho del número 55 de la madrileña calle Atocha, cuando la naciente democracia de la Transición se estaba cimbreando con el terrorismo de la Triple A, los Guerrilleros de Cristo Rey o el Batallón Vasco Español. Precisamente el 24 de enero de 1977, el día de San Francisco de Sales, patrón de los periodistas, cuando estábamos estudiando en Madrid una profesión que por entonces sólo pensaba en papel. La historia corre muy aprisa.