Tal día como hoy, el 27 de enero de 1945, el campo de concentración de Auschwitz fue liberado por una división del Ejército soviético. Tres centenares de supervivientes han pedido al mundo que no olvide el Holocausto. Las cosas han cambiado, pero no del todo. «¿Hemos aprendido la lección?», preguntaban hace poco los periodistas a un grupo de supervivientes. Y la respuesta sonaba rotunda: «No». Ninguno de ellos tiene esperanzas en la política actual. Sí, en los jóvenes, a los que consideran diferentes, pero no en los mandatarios. A lo largo de las celebraciones organizadas desde hace ya más de setenta años para esta jornada, los supervivientes no se han cansado de repetir la palabra olvido: «No olvidar, no olvidar, no olvidar. Si no aprendemos las lecciones de lo ocurrido, volverá a suceder». Roman Kent, uno de los viejos inquilinos del campo, ha proclamado: «No queremos para nuestros hijos, lo que vivimos nosotros en el pasado. Tenemos que educar en el respeto. Auschwitz fue el horror industrializado. Una fábrica monstruosa de matar». Hoy el mundo vuelve a bullir. No como entonces. De otra manera. Con armas diplomáticas diferentes, pero con la sensación de que vuelven a cometerse errores que se creían inscritos en el pasado. Nos viene hoy a la memoria aquel «paseo» del Papa Francisco, a Auschwitz, en agosto del 2016, dejando su huella en la memoria de la infamia humana. En algún lugar, he leído que el Lebrijano, durante su larga investigación sobre el sufrimiento de los gitanos, decidió ir a Auschwitz, para observar con sus garzas pupilas las consecuencias del llamado «porraimos», el genocidio Romaní. Tenía previsto cantar allí una toná para poner el grito en el cielo. Pero cuando pisó aquel terreno yermo, sembrado de odio y muerte, enmudeció. «Sólo pude llorar, o mejor dicho, sólo supe llorar», susurraba entre gemidos, cuando recordaba aquella experiencia: «Era un silencio más grande que el silencio». El Papa susurró al mundo: «Señor, perdón por tanta crueldad». Perdón un millón de veces por aquello que nos hicimos a nosotros mismos.

* Periodista y sacerdote